Lo que Antonio de la Rosa intenta en Balears sólo está al alcance de unos pocos elegidos. Quien fuera hace once años campeón mundial de carreras de aventura se ha propuesto ahora un nuevo reto que sumar a su prolífica carrera deportiva: recorrer las cuatro islas que forman la Comunidad balear «sin utilizar medios de locomoción mecánicos» y en menos de 48 horas. Una locura que arrancó anteayer en la fortaleza de La Mola (12h) y concluye hoy en el pico de La Mola de Formentera.
Serán unos 350 kilómetros que De la Rosa tiene que recorrer con la ayuda exclusiva de una bicicleta de montaña y de una canoa modelo 'polinesia' que utilizará para recorrer las distancias marinas que separan las cuatro islas que forman el archipiélago balear. Además, el deportista tendrá la obligación de subir «el pico más alto» de cada una de las islas que visite. Y todo ello sin tiempo para dormir y apenas para comer. «Es un reto mayúsculo», reconoce el propio aventurero.
De la Rosa partió en bicicleta desde la fortaleza de La Mola (Maó) en dirección al Cap d'Artrutx pasando antes por el Monte Toro. Desde Ciutadella se montó en su canoa y proseguió hasta la isla de Mallorca; donde volverá a coger su bici para subir el pico más alto. Y así sucesivamente hasta llegar, esta noche, al pico de La Mola en Formentera.Lo que Antonio de la Rosa intenta en Balears sólo está al alcance de unos pocos elegidos. Quien fuera hace once años campeón mundial de carreras de aventura se ha propuesto ahora un nuevo reto que sumar a su prolífica carrera deportiva: recorrer las cuatro islas que forman la Comunidad balear «sin utilizar medios de locomoción mecánicos» y en menos de 48 horas. Una locura que arrancó anteayer en la fortaleza de La Mola (12h) y concluye hoy en el pico de La Mola de Formentera.
Serán unos 350 kilómetros que De la Rosa tiene que recorrer con la ayuda exclusiva de una bicicleta de montaña y de una canoa modelo 'polinesia' que utilizará para recorrer las distancias marinas que separan las cuatro islas que forman el archipiélago balear. Además, el deportista tendrá la obligación de subir «el pico más alto» de cada una de las islas que visite. Y todo ello sin tiempo para dormir y apenas para comer. «Es un reto mayúsculo», reconoce el propio aventurero.