Los jugadores del CB Sant Antoni celebran la victoria de este domingo ante el Castelldefels con Marcos Páez, director general del club. | Irene Arango

Sa Pedrera vivió una fiesta este domingo. Sant Antoni vibró con un equipo de baloncesto que escribió una página de su historia. El CB Sant Antoni fue un vendaval, un ciclón, un huracán que barrió de la pista a su rival (95-67). Los ibicencos habían dominado con mano de hierro su subgrupo, pero este domingo, cuando llegó la hora de la verdad, en el todo o nada, el equipo subió una marcha más, dio una vuelta de tuerca y mostró todo su potencial. La EBA se queda pequeña para estos jugadores, que jugarán por ascender a la LEB Plata. El Castelldefels, que solo había perdido tres partidos, fue un juguete para un equipo que no tuvo piedad.

Desde el salto inicial, el dominio fue local. Slezas ganó el primer balón y Medori puso los primeros tres puntos con un triple que anunciaba lo que venía por delante. El jugador ibicenco firmó su mejor encuentro con la camiseta del Sant Antoni. Alcanzó los 21 puntos, con un cuatro de cinco desde la línea de tres, atrapó nueve rebotes y repartió una asistencia.

Los catalanes consiguieron, con un tiro libre y una canasta de dos, volver a igualar el marcador. Fue la única vez que lo hicieron. A partir de ahí, el partido se rompió. No hubo color. Grimau anotó de dos. Guasch clavó un triple. Otros dos puntos para Grimau y otra canasta de Medori ponían el 12-5 en el marcador, obligando a pedir tiempo muerto a los visitantes para intentar cortar la dinámica.

No funcionó. En un visto y no visto el partido estaba en el 20-10. Las canastas llegaban de todos los colores. Grimau, que firmó un doble doble con 17 puntos y 10 rebotes, marcaba el ritmo. Slezas dominaba los tableros (13 rebotes) y desde el banquillo salió un sensacional Herrero que terminó de reventar el duelo. El primer cuarto se cerró con un triple del ala-pívot que ponía el 28-10 en el luminoso.

Herrero estaba inspirado –el domingo cerró su actuación con 25 puntos– y en el inicio del segundo cuarto clavó otros dos lanzamientos de tres ante una defensa que no sabía cómo pararle. Si atacaba el aro generaba problemas, si salía al perímetro más problemas. Entre tanto, el base letón Skuja, que no había anotado, se sumó a la fiesta.

Dominio total

Si el ataque funcionaba, la defensa era un espectáculo. El Sant Antoni desactivó el ataque catalán. El Castelldefels se desesperaba ante una defensa intensa que anulaba cualquier opción. Los de Carlos Flores se gustaban y el público disfrutaba. 38-14 y demasiado partido por delante.

Los pitiusos seguían a lo suyo y con un baloncesto brillante sumaban con facilidad. 46-21 al descanso y las caras de los jugadores del Castelldefels eran un poema. Estaban viviendo una pesadilla.

Tras el paso por vestuarios, pareció que los visitantes intentaban reaccionar tirando de orgullo, pero el Sant Antoni apagó rápidamente ese intento de rebelión con una serie de triples. Medori, Duch, Herrero enseñaron su muñeca y el tercer cuarto llegó a su fin con el partido completamente sentenciado (71-39).

Con el choque decidido la intensidad decayó, sobre todo en defensa. A los pocos minutos del último cuarto llegó una de las jugadas del domingo con un gran mate de Medori que hizo que los aficionados se levantaran de sus asientos. Fue lo mejor de un final de encuentro en el que los catalanes consiguieron reducir un poco las diferencias anotando hasta 28 puntos ante una defensa que se relajó.

Daba igual. La fiesta ya estaba lista. La bocina sonó y la celebración comenzó. El público rindió tributo a un equipo que se sacó su mejor partido de la temporada. Mostraron su nivel y que sus opciones de ascender de categoría son consistentes. Los jugadores se abrazaron, botaron en el centro de la pista y luego saludaron al público, dieron una pequeña vuelta de honor chocando las manos con los aficionados. La comunión entre equipo y afición fue total en Sa Pedrera. El baloncesto portmanyí vuelve a ilusionarse. El ascenso es posible.