Los aficionados celestes animan a la llegada del equipo. | Roberto Palomo

Todos aquellos que estuvieron ayer en Badajoz jamás olvidarán este partido. Han vivido historia viva del deporte ibicenco con el ascenso de la UD Ibiza.

Una fiesta que muchos la comenzaron a las seis de la mañana en el aeropuerto ibicenco.

Allí se pudieron escuchar los cánticos más tempraneros. Clásicos de la afición como el Força Eivissa o un el A Segunda oe. Todos sabían que iban a vivir una gran fiesta, aunque los nervios también estaban presentes y la eliminación del Badajoz el día anterior asustaba a más de uno.

Uno de los momentos mágicos de ese viaje se produjo en el avión cuando la tripulación comunicó al pasaje las condiciones del vuelo. Por el altavoz de pudo escuchar un claro: «Vuelo de Ibiza con destino a Segunda», para regocijo de una afición que aplaudió con fuerza. Para seguir con más cánticos.

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Por otro lado, muchos se iban despertando en Sevilla, Madrid y Badajoz para ir yendo, poco a poco, al Nuevo Vivero. Allí el color celeste fue predominante. Los aficionados se agolparon a la espera del autobús celeste con sus banderas y sus ganas de festejar algo grande.

Y cuando llegaron el ruido fue ensordecedor. Los jugadores respondieron con golpes en las ventanas. Comunión total entre equipo y afición. Cánticos y más cánticos de unos valientes que se atrevieron con el viaje. En total, más de 700 celestes se dieron cita en el Nuevo Vivero.

Eran mayoría y eso se hizo notar en el estadio. Con el balón en juego, los gritos de apoyo a la Udé resonaron mucho más.

El gol de Ekain desató la locura en las gradas. El pitido final dio inicio a una fiesta. Una fiesta que continuó en los aledaños del estadio donde jugadores y afición compartieron el mágico momento. Ibiza es de Segunda.