Víctor Oliver tras completar el maratón de Tokio a principios de este mes.

Correr los seis maratones más importantes del mundo (Nueva York, Berlín, Tokio, Chicago, Boston y Londres). Ese es el objetivo de Víctor Oliver (Castellón, 31-10-1982). Este ibicenco de adopción que ha formado una familia en la isla es un enamorado del running desde que en 2010 acudió a La Habana para hacer un reportaje fotográfico de Marabana, el maratón más importante de Cuba. «Allí me dije que algún día volvería como corredor», recuerda.

Víctor Oliver, con su hijo, en su primera maratón.

Antes de que naciese esta afición, jugaba al pádel, pero confiesa que nunca se le dieron bien los deportes: «En el colegio me elegían el último». «No me gustaba demasiado correr, pero decidí darle una oportunidad y cambié la pala por las zapatillas». Así empezó todo. «En esa época sólo corría por correr. De hecho, desconocía las carreras que se hacían en Ibiza y no fue hasta 2015, tras el nacimiento de mi hijo, cuando me apunté a mis primeras carreras populares. En la primera quedé el penúltimo, así que sólo podía mejorar. Pasé de correr para ponerme en forma a ponerme en forma para poder correr», explica. Oliver, además, se define como una persona constante y trabajadora y ese fue su gran secreto. Además, su plan era aunar sus tres pasiones: correr, viajar y pasar tiempo en familia.

En 2017 llegó su primer gran reto. Su idea era volver a Cuba para «comenzar donde empezó todo». A tres semanas de la carrera se lesionó y en vez de la media maratón que tenía prevista, hizo una distancia más corta. Tras esta primera experiencia, en 2018 corrió su primer medio maratón en casa con la Ibiza Media Maratón y ese mismo año se lanzó también a los 42 kilómetros y 195 metros, debutando en la distancia de Filípides con la Ibiza Trail Maratón. «Fue una experiencia inolvidable y una carrera que siempre recomiendo a mis amigos de fuera, ya que es una buena oportunidad de conocer la otra Ibiza», asegura.

La Gran Manzana

Siendo ya un maratoniano, empezó su idilio con la Gran Manzana. Como regalo de cumpleaños viajó a Nueva York para participar en el Medio Maratón de Brooklyn con sus amigos Ade y Pedro. Ese 2018 se cerró con una de las decisiones más importantes para su futuro en el running. En Nochevieja se apuntó al sorteo del Maratón de Nueva York, «sabiendo que si empezaba por la más importante tendría que seguir con el resto de los Six».

Su colección de medallas ya tiene las de finisher de los maratones de Nueva York, Berlín y Tokio. De la cita japonesa recibió también la de 2020 que no se celebró por la COVID-19.

La cosa ya iba en serio y buscó un entrenador que le ayudase con su reto de ser la primera persona de Ibiza en completar los seis grandes. Aarón Ojeda, atleta y entrenador del Playa de Castellón, le puso a punto y tras nueve meses de preparación, en noviembre de 2019 llegó el momento de correr el maratón más importante del mundo.

«Poder cruzar el puente de Verrazano, con más de 60.000 corredores y compartiendo todos un mismo sueño y con su reto de superación personal. Nueva York siempre da el pistoletazo de salida con la canción de Frank Sinatra, New York, New York. Sin duda, Nueva York tiene la mejor organización de todas con diferencia: desde la misma recogida del dorsal hasta la llegada al family meeting point, todo está organizado y pensado al detalle. En la zona de corredores, antes de la salida puedes encontrar todo tipo de comidas, bebidas, zona de descanso e incluso un área con perritos para poder acariciar y liberar el estrés precarrera. Todo muy americano. La maratón pasa por los cinco distritos de la ciudad, donde buena parte de su población sale a la calle a animar a los atletas. Más de 200 bandas de música tocando altruistamente. Es increíble la seguridad con la que cuenta la carrera, policías cada pocos metros, 56 helicópteros sobrevolando la zona, más de 15.000 voluntarios y sanitarios durante todo el recorrido preocupándose por el estado de los corredores», alaba. Además, de manera indirecta entró en el libro Guiness de los récords ya que ese año se batió el récord de participantes y finishers en un maratón.

«Del maratón de Nueva York podría hablar horas, hay muchas anécdotas. El Maratón no termina con la carrera, los finishers se pasan días y días con la medalla colgada en el cuello, lo más escuchado en la semana de después en toda la ciudad es un congratulations. Te dejan pasar antes en los restaurantes, supermercados y hasta en el metro», asegura.

En los siguientes meses corrió en Formentera, Valencia, País Vasco, Mallorca, Madrid… fue conociendo la geografía española a base de carreras y centró sus próximos grandes objetivos en los maratones de Tokio y Chicago para 2020.

Pandemia y lesión

Con las maletas ya hechas para viajar al país asiático recibió una llamada en la que le informaban de que iban a suspender la prueba por la aparición de un virus. «En ese momento me entró la risa, no me lo podía creer. En España apenas se estaba empezando a hablar del tema y me dio mucha rabia porque llevaba seis meses preparándome», confiesa antes de añadir: «Correr un maratón no es sólo 42 kilómetros... Ese día sólo se va a disfrutar. A sufrir, pero a disfrutar, a recoger la medalla que tanto esfuerzo te ha costado levantándote a las cinco de la mañana todos los días para entrenar, haga frío o calor, llueva o truene, con o sin ganas». La pandemia canceló todo ese año, muchas horas y dinero invertido que no se recuperó, los vuelos, los dorsales…

En 2021, tras haber sufrido una grave lesión de rodilla, se puso en contacto con Alessandra Aguilar, una de las mejores maratonianas españolas de todos los tiempos, que había dejado la competición para empezar su carrera como entrenadora. Los meses anteriores no fueron sencillos porque había sufrido muchos problemas con su rodilla, visitando a diferentes médicos. No encontró solución hasta que visitó al osteopata Óscar Travieso.

Ya curado, empezó a volver a prepararse con el maratón de Berlín como objetivo. Este llegó en septiembre de 2022. Oliver no corría un maratón desde el de Nueva York en 2019. En Alemania volvía a disfrutar de sus tres pasiones. Además, su hijo, Víctor, también corrió la prueba para niños, que se celebra en el antiguo aeropuerto de Tempelhof, construido durante la Segunda Guerra Mundial.

Testigo de un récord

En Berlín vivió un momento histórico, pues en esa misma carrera Eliud Kipchogue batía el récord del mundo de maratón. En el plano personal, él también lograba su mejor marca personal al pasar por la puerta de Brandenburgo.

Su siguiente parada fue Tokio, donde completó su tercer grande hace un par de semanas. Aunque disfrutó de la ciudad enormemente, Oliver se quedó un poco decepcionado con la organización del maratón más importante de Asia. «En la feria del corredor no hay nada, pero literal. Dos sitios para hacerte la foto y poco más. En la tienda en una hora ya no quedaba nada del merchandising, colas kilométricas para pasar el control de seguridad...», lamenta. Además, de eso un estricto y complicado sistema de seguridad médico de prevención a la covid que le obligó a medir su temperatura corporal todos los días durante más de un mes.

«La organización de Tokyo no está a la altura de un Major, cualquier carrera en Ibiza está muchísimo mejor organizada. En cada cajón habían miles y miles de personas, los primeros kilómetros es imposible correr de la cantidad de gente que hay, luego pasas a sus avenidas interminables de ida y vuelta donde te vas cruzando todo el rato con los corredores que van en dirección contraria», añade.
Más allá de todo esto, Oliver consiguió recorta su mejor marca personal en más de siete minutos (3h03’19’’), logrando también la mínima para poder correr el maratón de Boston, que es el más antiguo del mundo. «Cuando empecé a correr nunca hubiera pensado que podría correr estos maratones por marca y hoy en día puedo acreditar marca en cualquiera de ellos gracias al sacrificio y la constancia. Menos en Londres, donde sólo pueden acreditar marca los corredores británicos», destaca.
Pero no será Boston su siguiente objetivo, el más antiguo del mundo está previsto para su calendario de 2024. Este 2023 intentará sumar a su colección la medalla de finisher del maratón de la ciudad del viento: Chicago. Si completa los dos americanos, sólo quedará Londres, que coincide en el tiempo con el de Boston y, por lo tanto, intentará completar su sueño en 2025.