La Penya Independent se clasificó este sábado para la siguiente ronda de la fase de ascenso a Segunda RFEF. El equipo de Mario Ormaechea se impuso al Santanyí por 1-0, resultado que le sirvió tras la disputa de la prórroga por su condición de mejor clasificado.

El partido comenzó con igualdad, con dos equipos que se respetaban. Prevalecía el juego directo, sobre todo con los locales que buscaban hacer daño sin arriesgar con el balón.

Dominaban los ibicencos y fruto de ello llegó el tanto que a la postre decidiría el partido. En el minuto 18, Borja superó con un remate de cabeza bombeado al guardameta visitante, que no estuvo demasiado fino.

Ese resultado clasificaba a los pitiusos y tocaba a los mallorquines proponer. No tardaron demasiado en meter el miedo en el cuerpo de la afición, pues Gibert reventó el palo de la portería de Isi con un buen disparo cruzado.

El Santanyí lo intentó durante esta primera mitad y tuvo varias opciones para lograr el empate, pero a la falta de puntería o Isi evitaron que llegase el empate.

Ya en el segundo tiempo, la primera gran ocasión llegó en el primer minuto con un disparo del goleador Borja al que le faltó fuerza. Acto seguido el Santanyí veía como le anulaban un gol por un fuera de juego muy protestado. Un par de minutos más tarde, un nuevo error arbitral evitaba el empate. Se libraba la Penya Independent.

Los 90 minutos reglamentarios se esfumaron sin que se moviese más el marcador y el partido se marchó a la prórroga. Le quedaba media hora de resistencia al conjunto de Ormaechea, ya que no habría penaltis. En una segunda parte de dominio mallorquín, los locales tuvieron sus opciones a la contra, especialmente clara fue la de Vicent que se estrelló en el larguero.

La primera parte de la prórroga se esfumó sin que pasasen demasiadas cosas, pero la Penya Independent tuvo que sufrir hasta el final. De hecho, los mallorquines se toparon con el palo en la última acción del encuentro. El portero no atrapó bien un disparo y el esférico se marchó al poste. Acto seguido llegó el pitido final y, con ello, la celebración, a la que se unió parte de la afición la invadir el campo.