Ottoline en el mar.

Hoy os traigo un libro ilustrado diferente y singular. Sus principales personajes ya lo son, así que sus aventuras con más motivo, son pintorescas y variopintas. Además, al final del libro encontraréis unas gafas. ¡Esperar un momentito y os explico para qué sirven! Ottoline vivía en el piso veinticuatro del Molinillo de Pimienta, en la calle Tres, donde se encontraba el Teatro Coreano Gruberman y la Torre Helado de Cucurucho. En medio se hallaba la Torre Caja de Zapatos de la calle Tres. Ottoline vivía en el apartamento 243 con el Sr. Munroe.

Era un señor bajito, peludo, tanto, que apenas se le veían los ojos a través de la larga melena. Por si este hecho no fuera poco, se presentaban dos pequeños problemillas:

1. No le gustaba nada, nada, que le cepillaran el pelo. No sé si a vosotr@s os ocurre lo mismo, los tirones, los nudos sin fin, las coletas super tirantes, los moños que te dejan sin respiración, esto, todo ESTO, no le gusta a ¡¡¡¡¡NADIE!!!!!.

2. Tampoco le gustaba la lluvia, es de entender cuando tienes un pelazo que te llega al infinito. ¡Digo yo! que mojado tiene que pesar un mundo ¿no?.

Bueno pues, una mañana, al comienzo de las vacaciones escolares Ottoline y el Sr. Munroe estaban preparando su viaje y aunque todavía no sabían donde irían, habían empezado a comprar las cosas que iban a necesitar para su aventura. ¡Ojo niñ@s! Aquí aparecen las gafas de las que os hablé al principio. Es el momento de que las uséis ¿Ya las tenéis puestas? En su paseo el Sr. Munroe, que decidió ponerse los binóculos del pantano, comenzó a ver cosas extrañas que le recordaban a su país de origen. Pensó que tenía algún significado misterioso y decidió entonces ir a Noruega. Aunque durante todo el día trató de avisar a Ottoline, estaba tan ocupada con las compras que ella no se dio ni cuenta. Así que, ni corto ni perezoso el Sr. Munroe decidió irse a Noruega sin su amiga. Cuando Ottoline se dio cuenta de que su amigo se había marchado se llevó un gran disgusto. Se puso en marcha y fue en su busca. Llamó a su amigo Oso y juntos emprendieron un viaje de lo más curioso. Por el camino se encontraron personajes un tanto "peculiares" que fueron de gran ayuda. El Capitán Jules, sobrino de la señora Pasternak, tenía un submarino llamado “El leviatán de hierro”. Les llevó hasta un iceberg donde vivian los osos polares. Ellos fabricaban los zapatos que tanto le gustaban a Ottoline. A mi me encantan los zapatos de colores y ¿a vosotr@s?

Menta Woodvine, con su pelo verde, dueña de un hidroavión llamado "El ganso de hojalata'' también les ayudará. Había encontrado a Ottoline muy afligida por la desaparición del Sr. Munroe. No se podía negar, ¡no señora!

También se apiadó de ella Thor Thorrensen un explorador muy famoso. Con su balsa polinesia llamada “La kon- leekki”, le prestó una gran ayuda.

La excéntrica Ottoline emprenderá este viaje para encontrar a su enigmático Sr. Munroe. Y es que todo es poco para localizar a su amigo. ¿Vosotr@s creeis que lo encontrará sano y salvo? ¿Se puede pedir más de la amistad? Seguro que tod@s tenéis un mejor amigo o una mejor amiga. L@s amig@s son un tesoro, si l@s cuidáis os acompañarán durante toda la aventura de vuestra vida.