«Estamos desarrollando un convenio con las clínicas privadas para atender a los turistas extranjeros. La intención es brindar la seguridad, a la población y a los huéspedes, de que serán atendidos en forma y manera si tuvieran la mala suerte de caer enfermos», explica la directora asistencial del IB-Salut, Eugenia Carandell.

Las clínicas privadas atenderán a los turistas en caso de contagio por COVID-19 ya que «tienen mucha experiencia en pacientes extranjeros», y es una manera de que la central autonómica de control de la pandemia vigile también el registro de estos casos.

«Son personas de las que después habrá que rastrear sus contactos, algo que implica tener idiomas», añade Carandell. Precisamente se prevé crear una centralita telefónica, o una especie de central COVID de la medicina privada, que podrá atender a los turistas en cuatro idiomas diferentes. «Será como la nuestra y estará en continuo contacto con la nuestra». El call center de la privada rastreará a los contactos estrechos de los pacientes que sean extranjeros y el del IB-Salut seguirá a los que sean de nacionalidad española; por ejemplo, «puede haber un camarero afectado y lo llevaría nuestro sistema», explica. La diferencia está en que los residentes en Balears tienen su historial clínico en la sanidad pública y no así los turistas.

El proyecto lo dirigen, desde el IB-Salut, tanto Eugenia Carandell como el director de Gestión y Presupuestos, Manuel Palomino, quien admite que desde el Govern «soñamos que suba el turismo» y para ello se hace necesario prever cualquier situación.

Hasta ahora muchos de los turistas que viajan a Balears llegan con su seguro de viaje y pueden decidir ir a una clínicas o a un hospital público, «pero nosotros necesitamos tenerlo controlado por el supuesto de que haya un brote», explica Palomino.

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«La COVID-19 es una patología, no podemos dejar que vaya por libre como si fuera un constipado». En virtud del acuerdo a cualquier paciente de fuera que tenga sintomatología asociada a una infección por coronavirus se le ofrecerán, en primera instancia, los servicios de la clínica privada y se le hará un seguimiento con un sistema informático que controlará Salut.

«Se lleva al paciente a la clínica que le toque y se hace la prueba PCR. Si el resultado es negativo puede seguir de vacaciones y si es positivo se le da un tratamiento asistencial en función de la gravedad.

Paralelamente empieza el rastreo de contactos estrechos del turista y «se lanzan los vehículos de transporte para hacerles las pruebas», explica. «A los positivos los sacamos de los hoteles para no tener que bloquearlos como sucedió en Canarias».

En el caso del alquiler vacacional, como ya se vio la semana pasada con una familia en Menorca, pueden quedarse aislados en el domicilio si no son de gravedad y durante el tiempo que dura el contrato.

El protocolo ya está en marcha y cada clínica ha nombrado a un responsable asistencial que está bajo la supervisión de los profesionales de Salut.

Para las personas que no tienen documentos o seguro se prevé su asistencia en la sanidad pública porque, recuerdan, la cobertura es universal.