El expresident Artur Mas en Palma. | Pilar Pellicer

El expresident de la Generalitat, Artur Mas, estuvo el martes en Palma para la presentación de la nueva novela de Maria de la Pau Janer «por amistad». Aterriza mientras en el Parlament se produce un nuevo desencuentro. Su antiguo partido, Junts, socio en el Ejecutivo no aplaude el discurso de Pere Aragonès.

¿Cómo valora ese ‘boicot’ de Junts al president?
—Entra dentro de esa dinámica de excesivos desencuentros que, a mi juicio, se producen en el Gobierno catalán. Teniendo en cuenta una cosa, que todos los gobiernos de coalición tienen fricciones, sin excepción. El Gobierno español va a fricción diaria, en Balears pasa con algo menos de intensidad. Ocurre que tenemos un Gobierno que se define como independentista y cuando tienes un proyecto de enorme envergadura por delante, como es conseguir la independencia de un territorio, pues no puedes hacerlo como los demás. Tienes que hacerlo mejor.

¿Influyen las relaciones entre PSOE y Esquerra?
—No lo veo así. Mi análisis es que el diálogo es necesario, lo hemos reclamado siempre y lo tenemos que defender como un valor. Otra cosa es que el diálogo llegue a ser estéril. Mi impresión es que en la mesa entre el Gobierno catalán y el español no hay ni calendario, ni un objetivo compartido ni un método para conseguir algo. Si no hay todo eso, el diálogo termina siendo un brindis al sol. Lo digo con desazón porque soy de los que me gustaría que fuera productivo.

Se cumplen ahora diez años de la Diada histórica de 2012. La de este año ha estado desangelada. ¿Se ha parado el ‘procés’?
—Había menos gente que otras veces, pero había mucha gente. Si resulta que hay mucha desazón por parte de mucha gente, incluso cabreo y, a pesar de eso hay tanta gente, eso quiere decir que el proceso sigue vivo. Dicho esto, yo creo que estamos en un rellano. Han pasado diez años. Cinco años subimos las escaleras, con errores, pero subíamos. En estos últimos cinco años las hemos bajado, nos hemos quedado en un rellano intermedio y ahí estamos. No es bueno porque deberíamos estar más arriba, pero no es desastroso, porque no hemos bajado al subsuelo. Lo que hay que hacer es saber cómo recuperar el camino de subida.

¿Esa década ha acercado a Catalunya a la independencia?
—La han acercado a medias. Tenemos dos cosas que no teníamos:la mitad de la población catalana hoy opta por la independencia. Cuando yo llegué a la presidencia en 2010 era el quince por ciento. La segunda es que el proyecto catalán hoy en día es conocido en el mundo.

¿Qué le parece la dinámica de bajada de impuestos por parte de varias autonomías?
—Es un insulto. Que Andalucía baje impuestos es un insulto a la inteligencia, la ética y a la solidaridad. Un territorio que vive en gran parte de las transferencias de los otros y los subsidios no puede iniciar una guerra fiscal.

¿Acabará Madrid con un concierto antes que Catalunya?
—Es que ya lo tiene. No como tal, porque es algo más serio de lo que hace la presidenta Ayuso, pero Madrid se está convirtiendo en una isla económica que empobrece al resto para enriquecerse ella es una evidencia. La España vacía en parte es consecuencia de la dinámica de Madrid.

Mientras, la nueva financiación autonómica lleva años en el cajón. ¿Echa en falta colaboración entre algunas comunidades?
—El caso balear y catalán son los más flagrantes en cuanto a castigo financiero por parte del Estado. Si le sumamos Valencia pues ya somos tres y los tres estamos francamente mal. Somos territorios dinámicos, productivos y abiertos al exterior pero en cambio estamos castigados por parte del Estado. Es un Estado que en vez de alimentar sus motores, les castiga, con la excepción de Madrid, a ese lo mima. Los que producen más que la media y es el caso de Catalunya, y claramente de Balears, los frena. Cuando tienes un problema común debes compartir una estrategia común.

¿Sigue teniendo Pegasus en el móvil?
—Es evidente que el Estado ha utilizado contra el proyecto soberanista una gran parte de las malas artes que puede usar y de forma ilegal. Quedas perplejo y pasmado. En un Estado de derecho estas cosas tienen consecuencias. Yo pongo eso al lado de las penas que han sufrido los líderes soberanistas. Las consecuencias han sido durísimas. Cuando los otros se han saltado la ley, no les pasa nada.

Se usaba el argumento de que la derecha española creaba independentistas. ¿Ha creado el ‘procés’ ultraderechistas?
—El argumento está cruzado, efectivamente. Ocurre en otros países europeos, con democracias más consolidadas que tienen fenómenos de extrema derecha, hasta Suecia o Dinamarca. Lo que hoy representa Vox ya estaba en el PP y se produce una escisión.