El pintor Mario Stafforini regresa mañana a la sala de exposiciones de Argentaria para presentar sus últimos trabajos, en los que presta, según sus propias palabras, «un interés especial en los objetos», como es el caso de los bodegones que tienen a las patatas como máximas protagonistas.

Stafforini, nacido en Mar del Plata (Argentina) en 1942, exhibirá en esta muestra cincuenta cuadros, realizados con técnicas diversas. El pintor pasa de los óleos a partir de bocetos en acuarelas (para los paisajes), a los óleos sobre tela (marinas, ambientes urbanos y bodegones), pasando por un soporte elaborado por él mismo a partir de las cajas de cartón para huevos, sobre los que realiza cuadros de cerraduras. «Con un tratamiento sencillo, estas cajas pasan a ser un papel estupendo», asegura Stafforini.

Pero si algún aspecto desea destacar este artista acerca de su nueva exposición es el interés puesto en los objetos. «La curiosidad nace al acercarse al objeto, aislándolo de los demás. Entonces, aparecen con mayor claridad las líneas que lo definen, que acaban teniendo la personalidad que nosotros les atribuimos. A través de esta curiosidad, he llegado a pintar, en lugar de las flores en un florero, la flor en sí misma. Un retrato interior del objeto», explica Stafforini, quien recuerda al hablar de pintura los tres años en los que fue alumno en Argentina del también pintor Basilio Celestino, discípulo a su vez de Splin Vergo y Gómez Cornet, «los dos pintores más grandes de Argentina», asegura Stafforini.

«De alguna manera soy una especie de animista, que busca encontrar el alma de las cosas, tanto como la de las personas», razona el pintor, para añadir que, mientras trabaja, piensa en el objeto a representar y tiene «un diálogo con él». «Eso es lo que quiero reflejar, que el objeto mire también al espectador como si tuviera su propia vida y se la explicara», argumenta.