El suelo del Castillo de Eivissa será sometido a un exhaustivo reconocimiento por parte de los técnicos de la Universitat de Barcelona. Foto: GERMÁN G. LAMA.

Las obras del Castillo de Eivissa continúan pendientes de los tres informes que deben realizarse en aquella zona. Uno arqueológico, uno geotécnico y un geo-radar. El estudio arqueológico se está ultimando en el departamento de Arqueologia del Consell Insular y el geo-radar será una realidad en un breve espacio de tiempo, cuando varios técnicos de la Facultad de Geologia de la Universitat de Barcelona (UB), concretamente de su departamento de Geoquímica y Prospecció Geològica, se desplacen a la isla para efectuarlo.

Albert Casas, catedrático de Prospecció Geològica de la UB, explicó a Ultima Hora Ibiza y Formentera qué es y cómo funciona un geo-radar: «Es un instrumento que, de un modo similar a los radares aéreos, emite una onda electromagnética hacia el subsuelo. Cuando esta señal encuentra una discontinuidad, en forma de variaciones de propiedades físicas del subsuelo, refleja esta onda y puede obtenerse una imagen, similar a una ecografía o una radiografía, de lo que hay bajo tierra». La profundidad que alcanza este aparato es de unos diez metros, aunque depende de la frecuencia utilizada y de la conductividad eléctrica del terreno. Casas indicó que, por ejemplo, un terreno arcilloso tiene una conductividad menor y atenúa el impulso electromagnético.

La función de estos técnicos, que según Casas podrían viajar a la isla dentro de los próximos 15 días, será doble en el caso del Castillo de Eivissa. Por una parte, existe el interés arqueológico, pero también trabajarán de cara a la restauración, estudiando la morfología del sustrato rocoso de la zona para que se conozcan las condiciones de los cimientos o a qué profundidad se encuentra la roca, todo ello para asegurar y garantizar la estabilidad de la actual obra del Castillo de Eivissa.

La imposibilidad que tiene la UB de ofrecer directamente sus servicios a las instituciones públicas y empresas en general obliga a que el trabajo a realizar en la isla haya sido tramitado a través de la Fundació Bosch Gimpera que, dependiendo de la UB, se encarga de las relaciones exteriores de la misma. El coste de esta labor es de 250.000 pesetas como honorarios, más un 15 por ciento destinado a los gastos de gestión de la Fundació. A estas dos cantidades habrá que sumar posteriormente los gastos de desplazamiento y alojamiento de los tres técnicos.