Ha viajado por todo el mundo haciendo fotografías y dice que Eivissa es el mejor sitio para vivir bien.

Hace unos años Garth Booth descubrió Eivissa en unas vacaciones fugaces, le gustó y pasó de largo, como tantos turistas de paso. Pero aquel primer y furtivo contacto empezó a crecer y cuando estuvo maduro y le explotó dentro supuso un giro radical en su vida. Así, el pasado invierno abandonó su cargo de jefe de ventas de la BMW británica, manejando facturas de un millón de libras, para retirarse en plan bucólico a una casa de campo cerca de Sant Josep para vivir, a estas alturas, el sueño hippy. «Tengo 46 años y no me importa empezar de nuevo; me considero afortunado por haber podido vivir tantas vidas diferentes. Aquí quiero desarrollar mi lado creativo y paso el tiempo haciendo haciendo fotos y componiendo y grabando canciones», explicó a Ultima Hora Ibiza y Formentera este tardío rebelde.

Para entender el caso Booth, será mejor empezar por el principio. «Nací en Irlanda, de padre inglés y madre sudafricana. Éramos muy ricos, vivíamos en Sudáfrica en una casona de 27 habitaciones, pero cuando tenía 10 años volvimos a Inglaterra, pues mi padre tuvo un desastre financiero y perdió todo su capital. Imagínate, de la opulencia a cero; con cinco niños y en una cabaña de dos habitaciones sin luz ni agua», recordó. Por lo tanto, ya de pequeño Garth Booth aprendió una dura lección de supervivencia.

Cuando cumplió los 15 sus padres se divorciaron y tuvo que buscarse la vida; lo que hizo con el espíritu del viejo tema de Dylan, «Like a rolling stone» (como un bala perdida), aunque dentro de un orden más o menos flexible: «Unos años en fotografía, viajes por Europa, negocios relacionados con la música, primer contacto con BMW en 1981, y a Australia, «donde viví siete años con mi mujer, hasta que me dejó, llevándose antes todo el dinero», apuntó. Vuelta a empezar . En 1994 regresó a Londres y dos años más tarde reingresó en la BMW. «La presión era muy fuerte y a los tres años exploté. No tenía vida propia, sólo trabajar y trabajar; como le pasa a tanta gente hoy en día. Era una locura; así que abandoné el barco de nuevo», rememoró el inquieto personaje. «Me fui con mi nueva novia al Vietnam, Filipinas, Malasia, Indonesia... hasta que llegamos a Eivisa».