Un grupo de especialistas catalanas instaló la pasada semana en sa
Feixina , Mallorca, la escultura de Lorenzo Quinn titulada
«Encuentros». El artista también ha expuesto en Eivissa. Esta es la
segunda vez que el equipo de la Fundición Artística Vilà se
traslada a Palma. Los técnicos creen que, a final de la semana, la
pieza, una estructura de hierro y cristal que representa el mundo,
puede quedar lista.
Problemas administrativos entre Cort y la Autoridad Portuaria,
finalmente resueltos, detuvieron las obras de instalación de la
obra, que permaneció durante varias semanas cubierta y rodeada por
una malla negra. «En ese tiempo el lugar fue la casa de alguien»,
comentaban ayer los técnicos, quienes al llegar a la zona de sa
Feixina que linda con el Passeig Marítim encontraron restos «de que
alguien había estado viviendo aquí». Además, el transformador de
electricidad y algunas de las bombillas que iluminarán el interior
de la esfera de cristal «estaban rotos».
Incidencias a parte, Francesc Vilà, responsable del montaje y de
la fundición catalana, explicaba ayer algunas características
técnicas de este mapamundi de gran tamaño con una mano en el
interior que apunta hacia Balears. «La esfera, con estructura de
hierro pintado, está formada por 176 vidrios termoformados». Esta
última palabra alude a la forma cóncava que adquieren en el horno.
Sobre los cristales ayer iban quedando al descubierto los
continentes y mares «que estarán iluminados desde el interior
mediante una serie de focos», decía.
Esta gran bola del mundo, de cinco metros de diámetro, pesa
1.600 kilos, más 600 de la base y 2.000 de los vidrios. La mano de
su interior, cuyo dedo índice señalará Balears, se ha hecho de
resina tipo exposi de 4,15 metros de alto. Los cristales son de un
grosor especial e irán ensamblados a la estructura de hierro «con
unas hechas también especialmente» para, al final, quedar sellados
con silicona.
«Encuentros» quedará posada sobre un túmulo de tierra y césped
que albergará la base, un cilindro vertical.
Francesc Vilà explicaba ayer que este negocio familiar que
dirige, 42 años de relación con los artistas desde la localidad
tarraconense de Valls, trabaja con Lorenzo Quinn desde que el
escultor, hijo del gran actor Anthony Quinn, se instaló en España.
«Somos especialistas en bronce», comentaba ayer tras desenganchar
el arnés con el que había estado sujeto a lo alto de la esfera.
Como fundidores, Francesc recordaba que «hemos hecho las puertas
de la Sagrada Familia de Subirats y la mayoría de las esculturas de
Tàpies». En Mallorca «teníamos relación con la escultora Remigia
Caubet y ahora con su hijo Damià».
Después, sudando, como el resto de sus compañeros, regresó al
mundo de Lorenzo Quinn.
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