Viejos documentos nos dicen que desde la fundación de Eivissa ya teníamos la industria de la sal que ha llegado hasta nosotros», apuntó ayer noche el presidente del Consell Insular, Pere Palau, durante el acto de inauguración de la estatua de homenaje a los hombres que han trabajado en ella y que ha sido situada junto a la iglesia de Sant Francesc, la parroquia a la que durante muchas décadas fueron a misa en domingo u que está ubicada en pleno Parque Natural de ses Salines. «Muchos de vosotros formabais parte de este pasado que hoy y ahora el Consell quiere recordar levantando este monumento para rendir perenne homenaje al esfuerzo y al trabajo que a lo largo de los siglos habéis hecho los salineros», señaló apuntando al público congregado para disfrutar de una tarde con un intensísimo programa musical programado y que comenzó con la actuación del coro y la orquesta del Conservatorio. Éstos interpretaron eLaudate Dominum, de Mozart, un recull popular realizado por Adolfo Villalonga, y la ya más que tradicionaRoqueta sa meua roca. Catalina Bufí y Nélida Bonet dirigieron el coro y la orquesta, respectivamente, y Lucía Herranz actuó como solista. Tras su actuación, Palau tomó la palabra para ensalzar tanto el entorno como el durísimo trabajo que durante siglos ocupó a la gente de la zona. Así, citó a Enrique Fajarnés Cardona: «Salen de los estanques en hilera, la cabeza oprimida por las espuertas enormes, como un friso arqueológico de esclavos». La imagen de bronce inaugurada ayer es obra de Pedro Hormigo y representa, en su característico estilo, a un hombre porteando un cesto de sal sobre la cabeza y está situada sobre un soporte junto a uno de los estanques cercanos al pueblo.

El acto fue presentado por Agustín Prades y contó con la actuacíón del grupo de habaneras Els Pescadors de l'Escala, una agrupación musical que se constituyó en 1953 y que trajo sus muy características composiciones, tan ligadas a la mar. También se ofreció al público asistente un bufet y café caleta, como prometía el programa.