JULIO HERRANZ

El próximo 23 de agosto Antonio Márquez y su compañía presentarán en las fiestas de Sant Antoni su nuevo espectáculo, Antonio, un homenaje del bailarín sevillano-ibicenco a uno de sus maestros, Antonio Ruiz Soler, conocido popularmente como Antonio el Bailarín. «Está siendo todo un exitazo; ya lo veréis pronto ahí. Lo estrenamos en el Teatro Euskalduna de Bilbao, con casi media hora de aplausos; y tuvimos que volver. Igual éxito que hemos tenido en Logroño, Burgos o Madrid, en el Teatro Albéniz. Apoteósico, lleno absoluto y con críticas maravillosas; también de la gente de la profesión», explicó Antonio Márquez a este periódico.

Un reconocimiento a su arte grande que llega por todos sitios; hasta con detalles emotivos: «Dos días después de que muriera la gran bailarina Pilar López, su familia me regaló unas castañuelas que había usado ella y su hermana, la Argentinita. Quería que fueran para mí, porque me tenía mucho cariño. En una entrevista llegó a decir que si había alguien que podía seguir luchando y defendiendo la danza española, ese sería yo», recordó con legítimo orgullo.

La experiencia directa de Antonio Márquez con Antonio fue cuando aquél llegó en 1981 al Ballet Nacional de España, dirigido entonces por el maestro, que contaba con más de sesenta años, frente a sus dieciocho. Venía de Sant Antoni, de las manos de sus maestros en la isla, Paco Torres y María Martín. «Empecé prácticamente desde cero con unos conocimientos maravillosos que traía de disciplina, amor a la profesión, ética y respeto que me inculcaron mis queridos Paco y Maria», evocó, añadiendo: «He trabajado en Vila varias veces, y siempre con éxito, porque la gente de la isla me quiere muchísimo y hay una gran afición. Pero me hace mucha ilusión bailar en Sant Antoni, que es donde me crié; y hasta ahora no había tenido la oportunidad de hacerlo. Así que quisiera aprovechar la oportunidad para agradecérselo a mi alcalde, Pepe Sala». Agradecimiento que pide se complete con sus disculpas por no poder asistir a la invitación que Sala le hiciera para hacer el saque de honor en el reciente Torneo Internacional de Fútbol Base. «Coincidía con el Día Internacional de la Danza y no pude ir por el trabajo. Mando desde aquí un beso muy fuerte a todos los aficionados, y espero poder ir en una próxima edición», deseó el bailarín.

Siempre «muy exigente tanto para mí mismo como con la compañía», Antonio Márquez es optimista sobre su actual situación profesional. «La compañía está en un momento espléndido. Llevamos ya cinco años con todos los elementos, sin cambiar ninguno; y eso te da la oportunidad de que la compañía vaya creciendo, tanto como familia como artísticamente. Formamos un equipo que cuando sale al escenario parece que va a echar fuego», afirmó con la vehemencia que pone en todo lo que hace.

Sin embargo, Antonio Márquez siempre quiere ir un poco más lejos. «Estoy satisfecho, tengo mucho trabajo, no me quejo. Pero me gustaría hacer algo más para que la danza en España estuviera más y mejor considerada. Aunque es algo por lo que cada uno ha de luchar internamente, porque unirse, aquí no se une nadie para tratar de mejorar la situación que la danza tiene hoy en España».

Y Antonio Márquez tiene larga experiencia y autoridad para poder hacer un diagnóstico solvente del problema: «Lo principal es que la danza ahora no tiene bailarines que tengan una formación completa. Parece que todo vale y que todo es flamenco; pero el campo de nuestra danza es mucho más rico y amplio. Empezando por el propio flamenco, tan variado; y sin embargo siempre acaban bailando bulerías. Pero si nos vamos a la danza española, ya no hay nadie que se ponga unas zapatillas, unas castañuelas; nadie que domine un folklore; estilos duros que necesitan una preparación diaria de muchas horas y con muchos profesores diferentes. Y es que la gente hoy parece que cuando ha triunfado una vez lo tiene ya todo aprendido», explicó con conocimiento de causa. Porque Antonio Márquez es uno de los bailarines más completos que existen actualmente en España, con una formación rigurosa y exigente; que nunca se ha dormido en los laureles y que siempre busca, desde un gran respeto al público, dar lo mejor de sí mismo; que es mucho y grande.