EFE-CANNES

La jornada competitiva en Cannes tuvo ayer muertos vivientes gracias a Thirst, de Park Chan-wook, y, sobre todo, a Jane Campion al recuperar con la exquisita Bright Star la magia que le llevó a ganar la Palma de Oro hace dieciséis años con El piano. La directora neozelandesa «revive» así un pulso que parecía perdido en Holy Smoke (1999) y, sobre todo, en In the cut (2003), gracias a la inspiración que le ha impregnado su acercamiento a la lírica del poeta romántico británico John Keats (1795-1821), que falleció en Roma a los 25 años de una tuberculosis.

Pero Campion aseguró ayer que no se trataba de un biopi. «Me da rabia intenten calificarla así. Quiero que la gente se centre en los detalles, porque es una historia de amor inspirada en aquella historia», precisó la realizadora tras el pase para la prensa.

En este caso, desvía la mirada no hacia su antagonista, sino hacia la persona que le enamoró con su sencillez. La que, por su incapacidad inicial para entender su obra, supo profundizar en su persona: la amante de la costura Fanny Browne, interpretada con excelencia por la actriz australiana Abbie Cornish.