El trío del guitarrista Alfredo Souza fue la apuesta pitiusa en el Espai Eivissa para la última jornada del certamen. FOTO: MARCO TORRES

PEP TUR

Comentaba el pianista Abe Rábade pocas horas antes de que diera comienzo el festival de este año que cada músico no puede huir de su procedencia, que su tradición, su entorno, se reflejará en su música. En el baluarte de Santa Llúcia, en la velada del pasado viernes, pudimos comprobar hasta qué punto es cierta tal aseveración con los conciertos de dos cuartetos: Points y el del Niño Josele.

Llegaba Points con el marchamo de calidad que imprime el salir vencedor del concurso anual de Getxo. Casi podríamos asegurar que en los ya largos años de convenio entre el festival vasco y el ibicenco jamás ha defraudado la actuación en la isla del vencedor. Y Point no quebró la regla. Con un jazz contenido, pero de gran fuerza conceptual, el combo formado por Lubos Soukup (clarinete y saxo tenor), Miroslav Hloucal (trompeta), Tomas Liska (contrabajo) y Tomas Hobzek (batería) ofreció una actuación sin elementos armónicos pero muy compacta y que, a pesar de sus influencias americanas, no olvidó en ningún momento su origen europeo sosteniéndose en una potente sección rítmica. Con White Dominique para comenzar, Points, formado en Praga, aunque con músicos de diversa procedencia, fue hilvanando temas mientras Liska se dirigía al público en un más que aceptable castellano. Head Around, Inner Odyssey, Just don't hesitate y Dedicated to the Sun fueron otros de los temas interpretados en el baluarte, e incluso se permitieron rebautizar una inquietante aunque bella pieza titulada In Mountains, como In Mountains of Ibiza.

Cumplida su hora de actuación, muy cronometrada debido a la emisión en directo del concierto por Radio 3, y con la convicción del público de haber asistido a un buen concierto, llegó el turno del cuarteto liderado por el guitarrista flamenco Niño Josele, que aterrizaba en Eivissa con una atractiva propuesta basada en la adaptación de temas de Bill Evans y con la trompeta de Jerry Gonzalez como coprotagonista, aunque finalmente, Bill Evans quedó ligeramente de lado para que el flamenco cobrara más protagonismo. Suerte para unos y pena para otros, aunque no puede negarse que el concierto logró encender a un público que acabó despidiendo al grupo puesto en pie.

El «maestro», a escena

Los protagonistas de la última actuación de la noche fueron apareciendo escalonadamente. Primero Niño Josele, a continuación el magnífico percusionista Israel Suárez 'El Piraña', luego el bajista Alain Pérez, para, finalmente, recibir sobre el escenario a Jerry Gonzalez, que dejó pruebas de su calidad y a quien el propio Niño Josele catalogó como «maestro».

La admiración del guitarrista por Paco de Lucía, de quien ha formado parte de algunas de sus agrupaciones, quedó de manifiesto a poco de empezar el concierto con la pieza Camino de Lucía y siguió un poco más adelante con una acerada versión de Zyriab. El alma de Bill Evans sólo llegó a hacerse presente con Paz, pero sirvió para demostrar que, dos años después de la grabación del disco de igual título, Niño Josele ha interiorizado el espíritu del pianista, cargando de sentido flamenco algo nacido en el otro extremo del mundo. Las fronteras caen y debemos estar agradecidos por ello.

La sorpresa de la noche llegó con la presencia en el baluarte de Santa Llúcia del cantaor Zambullo, que se convirtió en la voz de una larga bulería que cerró el concierto con aires de fiesta. El bis que llegó a continuación sirvió para que Jerry Gonzalez dejara una nueva muestra de su conocimiento de la música y del derribo de fronteras, obteniendo una calurosa ovación del respetable.

El Espai Eivissa recibió ayer a Skunk Project, un cuarteto extremadamente joven -la edad de sus integrantes no supera los 22 años- pero que ofreció una interesante actuación en la que de destacar algún aspecto habría que decantarse por la versatilidad de su pianista, el mallorquín Toni Vaquer. Junto a él, Joan Mas (saxo alto), Juan Pablo Balcázar (contrabajo) y Santi Colomer (batería) demostraron porqué fueron los ganadores del Concurso de Jazz de Palma del pasado año.

Aunque si bien es cierto que la juventud que atesoran, comparada con el dominio que ya tienen de sus instrumentos, es uno de los puntos que auguran un brillante futuro para sus miembros, tampoco sería la primera vez que músicos de su corta edad no han sido capaces de evolucionar años después, truncando su prometedor porvenir. Si los integrantes de este cuarteto no pierden la curiosidad, habrá que estar muy pendientes de ellos.