El centro cultural Diputación de Ourense acogerá hasta el próximo 30 de mayo, una amplia exposición de Manuel Bouzo (Ourense, 1946) titulada Cenizas del deseo. La muestra del polifacético artista relacionado con Eivissa desde los 70, que en parte ya ha sido presentada en otros escenarios, ofrece una serie de obras (pintura, fotografía, instalaciones y piezas objetuales) que son el resultado de varios años de trabajo, iniciado tras su residencia en India durante un año para realizar el proyecto por el que le fue concedida la beca Botín. Una serie que ahonda en la idea del deseo como elemento imprescindible de la creación, construcción y realización, tanto para la propia actividad artística como para las relaciones humanas, en especial las sentimentales.

Por otra, el artista gallego participa hasta final de mes en la exposición colectiva que presenta la Sala Parpalló de Valencia con el título A piel de cama. Miradas sobre un espacio cotidiano. Con algunos nombres destacados del arte contemporáneo: Antoni Tàpies, Louise Bourgeois, Darío Villalba, Guillermo Kuitca, Mateo Maté, Eulària Valdosera, Monserrat Soto, Gilberto Zorio, Enrique Marty, Miguel Borrego, Cristina Lucas y Alberto García-Àlix.

Fuente de creación

Según explicó Bouzo a este periódico, «la idea del deseo como fuente de creación (pero también como castigo) está contenida en diversos mitos». Así, entre los griegos, el mito de Ícaro es una prueba de cómo el deseo por volar (la libertad) es castigado por acercarse demasiado a la luz, al calor. Pero en Cenizas del deseo el creador gallego se ha inspirado sobre todo en varios mitos hindúes, en los que los actores son casi siempre los mismos, aunque cambien sus roles y nombres: Prajapati, Rudra, Shiva, Brahma, Kama, Gayatri, Rati, Vasanta, entre otros. Protagonistas simbólicos de fantasiosas historias que explican el mundo de los dioses y el mundo de los hombres.

En la base de las reflexiones teóricas que han motivado esta serie creativa de Bouzo, está el deseo, como generador de vida y de forma. «Un impulso necesario e imprescindible para la creación, manifestación, condensación y substancia. Sin embargo el deseo se consume en su propia realización», subrayó.

Una humanísima potencia creativa la del deseo, que siempre necesita dos agentes: «el sujeto (el observador) y el objeto (lo observado, lo deseado); es, por lo tanto, un intento de prolongación del sujeto hacia su exterior y, aún en el caso de que el sujeto desee algo de sí mismo, esa premisa de observador y observado se sigue cumpliendo: el sujeto se desdobla y se trata a sí mismo como algo exterior, algo observado. Este y no otro es el tema del mito de Narciso», reflexionó respecto a creación el versátil artista.