Un momento de la representación de ayer en Can Ventosa. | Marco Torres

La casualidad ha querido que esta semana se haya convertido en un escenario en el que dos obras muostraban la quasi esquizofrenia que pueden llegar a sentir los actores, obligados a vivir las vidas de otros. Primero fue Fernando Tejero con Piedras en los bolsillos, y ayer el grupo teatral ibicenco 'Y.', con su propuesta Aguas tan frías que hielan el corazón.
Las coincidencias entre ambas piezas quedaban también claras al tratarse de piezas de comedia pero en las que algunas de las situaciones no dejan de contener un alto tono dramático.
El montaje propuesto ayer por Maruxa Martos logró transmitir al público las dificultades en las relaciones humanas que se pueden llegar a establecer entre dos actrices, interpretadas por Mercé Pellicer y Marta Lamua. Ambas dan vida a sendas profesionales del teatro que deben ensayar una obra en el entorno cerrado que representa el balneario en el que transcurre la acción.
De esta forma, las protagonistas (auxilidadas por Àngeles Segarra, Gabriel Gambacorta y Alejandro Varela en papeles secundarios) ven entremezclarse las naturalezas y vicisitudes que experimentan sus personas con sus propias vidas privadas.
Un montaje complejo al que el cuadro de actores dotó de la suficiente solvencia como para no defraudar al público asistente.
La pieza interpretada es obra de Juan Copete, un autor de Badajoz del que Maruxa Martos ya había presentado otra obra, Soliloquio de grillos. «Vuelvo con Juan Copete porque me gusta mucho cómo escribe», admitía días atrás la propia directora. Esta afinidad queda patente en la composición de una obra en la que se puede apreciar la densidad de las relaciones humanas pero que, no por ello, resultó aburrida o pretenciosa.