Eivissa y Formentera, en uno de los documentos cartográficos del 'Rey Sol'.

Con la colaboración del Govern, el editor J. J. de Olañeta (Palma) acaba de publicar L'Atles de les Illes Balears de Lluís XIV. Unos mapas realizados sobre el terreno en 1680 por S. Pène, ingeniero ordinario del Rey, sobre las costas de Catalunya y de las islas de Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera, «con los planos particulares de las plazas de estas islas, vistas, puertos y anclajes». Mapas acompañados por textos explicativos de Jaume Carbonero, Carlos Garrido, Antoni Ginard, Alain Morgat, Monique Pelletier y Raphaël Masson.
La política expansionista de Luis XIV, uno de los monarcas más poderosos de la Europa del siglo XVII, y sus proyectos de dominio militar y naval pusieron de relieve la necesidad de disponer de una información lo más detallada posible de los territorios en los que podía proyectar su política real. Por tal motivo, las altas esferas del poder fomentaron la realización de numerosos mapas y cartas náuticas que ofrecían toda clase de informaciones útiles para las posibles expediciones militares francesas futuras.
Realizados sobre el terreno, los mapas del Rey Sol también se aprovechaban de trabajos precedentes; pero la singularidad de estos atlas, lo que le otorga un valor añadido muy superior al de la cartografía de la época, es su alto nivel artístico. Las decoraciones de los cartuchos, con gran variedad de personajes alegóricos (que, en parte, hacen referencia a la historia de Balears), así como algunos elementos paisajísticos, son verdaderas obras de arte por sí mismas y constituyen un ejemplo muy característico de las tendencias estéticas de la época, así como del uso propagandístico del arte, al servicio del enaltecimiento del monarca.
Referente al plano de Eivissa, Carlos Garrido apunta en su texto En el gabinete del Rey Sol que «señala la parte alta de Dalt Vila como simples campos sin construcción, lo que es evidentemente un error, ya que la ciudad antigua estaba urbanizada al menos desde la Edad Media. El edificio del polvorín de Santa Llúcia está perfectamente dibujado; y un detalle muy curioso es el muro de s'Estacada que cerraba el barrio de la Marina por levante y del cual no existe ningún resto».
Garrido también precisa que «al otro lado del puerto ibicenco aparecen les feixes, rotuladas como marais, y junto a la ciudad se pueden reconocer los característicos molinos del Puig des Molins, mientras que en uno de los planos la Torres de ses Pores está ubicada erróneamente en Formentera, cuando se encuentra justo al otro lado de ses Freus».
Un atlas bien singular, acompañado de una serie de estudios de especialistas que ayudan a situarlo en su contexto histórico, político, científico y artístico.

Formentera, despoblada y con vegetación
Aparte de que el mapa de las Pitiüses aparezca invertido, según su posición habitual, en el atlas de Luis XIV, Carlos Garrido explica en su texto que «resulta muy interesante la imagen» de esta isla: «Vemos que la Pitiusa menor está despoblada, sin indicación de ningún núcleo urbano. Pero al mismo tiempo, el pintor se ha entretenido en trazar todos y cada uno de los detalles necesarios para indicar la existencia de la vegetación que cubre completamente la isla. Mancha verde que no vemos en ninguna de las otras islas. Seguramente es la manera de indicar que Formentera ni siquiera contaba con campos de cultivo, abandonada como estaba en la época a causa de la amenaza pirata»·.
En cualquier caso, la publicación de este atlas inédito pone al alcance del público de las Islas un documento de interés extraordinario que ofrece una visión interesante de las costas y poblaciones de Balears en el siglo XVII.