Antoni Cardona es el responsable de la sección pitiusa de la editorial Can Sifre. | EVA MEDINA

Ahora que ha pasado la fiebre 'lectora' que acompaña las celebraciones del Día del Libro, Antoni Cardona Bonet, escritor y responsable en las Pitiüses de la editorial balear Can Sifre, recalca las dificultades que tienen editores y autores para conseguir colocar su producción, abundante a pesar de las dificultades, en los estantes de las librerías.
«En Eivissa, lo más difícil no es vender los libros, lo más difícil es conseguir que haya lectores», sentencia Cardona Bonet, que apuesta por un enfoque distinto en las aportaciones públicas. «Las ayudas son más de cara a subvencionar la producción de libros, pero debería haber una política catalanizante, que la gente de Balears aprecie la calidad literaria de los autores de sus islas para acabar con la paradoja de que los lectores busquen autores de otras lenguas y desconozcan a los de aquí», apunta para remarcar que en la Comunitat «tenemos muy buenos autores desaprovechados, es muy triste».
Cardona Bonet realiza esta valoración desde el conocimiento del sector que le supone ser escritor, pero también responsable de la sección de Eivissa y Formentera de la editorial Can Sifre, «que al ser una firma mallorquina que vende en todas las Islas, permite una mayor difusión de los trabajos de los ibicencos».

Auge de la poesía
Unas obras de las que Can Sifre acaba de editar cinco novedades, si bien sólo una de ellas ha sido presentada públicamente (Expectatives valencianes a Vía Púnica, de Toni Roca). Cuatro de los libros son de poesía (además del mencionado antes, Bellumes, de Bartomeu Ribes; Aproximacions i Robatoris, de Jean Serra; y El cos desanimat, del propio Cardona, siendo Cartes amagades, de Jaume Ribas, la única obra narrativa), un género que parece predominar sobre la narrativa en la creación local.
«Siempre ha sido así; fuera de la narrativa costumbrista. Parece que hay una mayor consideración a la poesía, puede que por nuestra tradición poética que inició Villangómez y que ha dado una gran dignidad a este género», apuntó.
Entre las obras figura la última del propio Cardona, El cos desanimat, una selección de poemas basada «en la experiencia que viví cuando creía que estaba bastante enfermo, hace diez años, y me desanimé y, una forma de curarme, fue escribir, que supuso una liberación del sufrimiento que tenía», apunta el autor.
«Cuando piensas que te mueres, te ves muerto; y cuando crees que no has hecho todo lo que querías, te desanimas», apunta Cardona, que explica que el poemario se estructura en dos partes. «Una de ellas es ver la muerte desde la desesperación, y la segunda desde la rabia y la impotencia; la primera es más estructurada, y la segunda más visceral», concreta.
El resultado de esta obra catártica es «que me he vuelto más libre; antes tenía mucho miedo a escribir por cómo me juzgarían». A esta liberación contribuyó también la escritura de los libros La mirada del basilisco, sobre la Guerra Civil y la dictadura; y los volúmenes eróticos Sextynine y Sementy.
«Una vez que has escrito sobre la Guerra Civil y sobre sexo, en esta isla tan cotilla puedes escribir sobre cualquier cosa», concluye.