En la imagen se pueden apreciar las dos capelletes de este aljibe que data del año 1851. | Guillermo Romaní

El aljibe conocido como s'Aljub del Poble situado en la Venda de sa Talaiassa en el Pilar de la Mola fue construido en 1851 y posee la particularidad de que tiene dos 'capelletes' una en cada extremo del aljibe lo que hace de él un ejemplo único en toda la isla de Formentera.. El aljibe fue construido por el obispado de Eivissa y Formentera en un solar que pertenecía a Josep Marí Barber que residía igualmente en la Mola como lo atestigua una vieja casa llamada 'Cas Barber' situada a pocos cientos de metros del emplazamiento de esa gran reserva de agua. Se trata además la familia originaria que con el tiempo bajaría a es Caló donde junto al pequeño muelle instaló s'Alambic' en el que comenzó la historia de las hierbas Marí Mayans.
Hasta hace pocos años s'Aljub del Poble estaba cubierto de matas que dañaban su estructura y las peticiones vecinales hicieron que desde la primera institución de la isla se acometiera una limpieza de los alrededores para preservar el elemento patrimonial de gran valor histórico y cultural además de permitir su visualización desde todos los lados.
En la época de la construcción de s'Aljub del Poble cuando el obispo de las Pitiüses era Basilio Antonio Carrasco el cual, como recuerda Joan Marí Cardona, «no pocas veces durante sus frecuentes enfermedades se había trasladado a la Mola por consejo médico». En consecuencia, el obispo conocía perfectamente las carencias en materia de agua que había en la zona, especialmente en los años de pocas lluvias tratándose la Mola de un lugar en el que no había ni un solo pozo.
El acta notarial de este aljibe fue otorgada por el sobrino del obispo Carrasco, Juan Francisco Carrasco que a su vez era vicario general. Las condiciones y obligaciones en las que se basó la donación indicaban que Josep Marí cedía al obispado el terreno en el que se construiría el aljibe así como el espacio suficiente para habilitar la plaza para la recogida de aguas. A su vez el obispo cedió el terreno y el aljibe a la iglesia del Pilar nombrando administrador del mismo al rector que en cada momento fuera el titular de la iglesia. La construcción, sumamente alargada y de mayor capacidad de la usual en este tipo de construcciones la vuelta que cubre el depósito es de caón seguido rebajado, y como sucede por norma general, presenta en la superficie de su intradós, la huella de las maderas del entramado. En la actualidad las viejas puertas de madera de las 'capelles' han sido sustituidas por otras de hierro galvanizado y sólo enfrente a la puerta de la capella de la familia Barber se conserva un bebedero.

Punto de encuentro social
Delante de s'Aljub del Poble hay una gran plaza que denota su importancia social en un mundo en el que ir a buscar agua era algo más que una simple tarea cotidiana, ya que estos lugares constituían un punto de encuentro entre los habitantes de la zona. Teniendo en cuenta que era el aljibe más grande la Mola, con una capacidad prácticamente del doble de un aljibe normal, ya que había pocos aljibes, pozos y cisternas en la zona, su importancia en la vida de los lugareños era sustancial.

Una curiosa decisión
Tal y como señala Marí Cardona «considerando el gran favor que Josep Marí Barber había hecho y los daños que le ocasionaban la donación, se concedió la facultad para siempre a quienes habitaran la casa y la hacienda en la que se construyó el aljibe, para que pudiesen sacar agua para ellos y para todo su ganado». Por eso podían tener siempre la llave de una de las puertas mientras la otra quedó en posesión de Josep Marí. El por qué de esta curiosa decisión, construir dos 'capelletes' en cada uno de los extremos, queda explicada por la condición de que cuando el aljibe sólo tuviera un palmo de agua, quedaría toda para el uso exclusivo de Josep Marí y habría de cerrarse la otra puerta que no podía abrirse hasta que se hubiera recuperado el nivel por encima del mencionado palmo. La capella que da al camino es la de uso público mientras que la opuesta está situada junto a un terreno propiedad de la familia Barber. Según explicaba un vecino de la Mola, incluso el aljibe en su interior tiene una pendiente para garantizar que el acceso privado de Josep Marí siempre tendría agua aun cuando en las épocas que era muy escasa.