Germán Díaz tocando la zanfona durante su actuación en el baluarte de Santa Llúcia el pasado jueves. | Marco Torres

Germán Díaz es intérprete de zanfona, un instrumento poco conocido, con mil años de historia y que pocos imaginarían en un festival de jazz. Junto a Javier Bravo y Diego Martín, forma Oh Trío.

-¿La zanfona un instrumento de jazz? ¿Cómo lo decidió?
-La música que me gusta es esta, así que da igual el instrumento que toques para desarrollarla. Por otra parte, la zanfona tiene muchas posibilidades para la música contemporánea porque, aunque es un concepto del siglo X, es rabiosamente actual. No ha cambiado nada del instrumento desde hace 1.000 años.

-Viene del mundo de la música tradicional. ¿Encuentra similitudes entre ésta y el jazz?
-Hay mucha gente del jazz que ha bebido de las fuentes de la tradición. La manera de tocar e interpretar es muy diferente, claro, pero el jazz está plagado de ejemplos de músicos que han usado lo tradicional.

-¿De hecho, en el jazz le va muy bien. Segundo mejor disco del año 2009 por Cuadernos de Jazz y Mejor Disco Internacional por la revista 'Tokio Jazz'?
-Sí, sí, no nos quejamos (risas).

-Han llevado su música por una gran cantidad de países. ¿Cómo ha sido recibida su propuesta fuera de España?
-Trabajamos mucho en Francia, por ejemplo, donde la zanfona es un instrumento un poco más conocido. De hecho, tocamos muchos temas, aparte de nuestras propias composiciones, que son de autores franceses. Allí, la sensibilidad creo que es más cercana a lo que nosotros solemos hacer.

-¿El hecho de que los integrantes del trío se conozcan desde hace tiempo y hayan colaborado en otros proyectos facilita el trabajo sobre el escenario, aunque se trate de otro estilo?
-Sí, sí, por supuesto. Si no no tocaríamos juntos. Diego y yo nos conocemos desde hace unos 15 años. Con Antonio coincidí en un grupo del contrabajista Baldo Martínez hace unos diez años.

-Siendo intérprete de un instrumento tan particular, ¿cuáles son sus músicos de referencia?
-En la zanfona, sin duda, Valentin Clastrier. El último tema que tocamos en el baluarte lo compuso él. Fue una persona que cambió el instrumento en los años 70 o así. Ha tocado con gente del jazz europeo como Michael Riessler, Michel Godard o Carlo Rizzo y consiguió dar al instrumento una nueva dimensión. Además, ahora me gustan mucho todas las polifonías mediterráneas. En España hay muchas y no se han usado mucho, como el 'Canto de los auroros', que es una polifonía murciana que se ha conservado por tradición oral o, en Córcega, el 'Canto corso', que tampoco es muy conocido.

-¿Cómo empezó con la zanfona?
-En casa siempre se oía mucha música tradicional. Lo escuché y me apunté a un curso de la Asociación Ibérica de la Zanfona y así empecé, con unos 12 o 13 años, seguramente. Es un instrumento cuya sonoridad es hipnótica. Además, lo conocí en el monasterio de la Santa Espina que está cerca de Valladolid y fue un impacto tremendo. Después vas aprendiendo, te vas formando...

-¿Cómo ha sido su experiencia en el festival de jazz de Eivissa, con su ambiente y su ubicación en la ciudad amurallada?
-Por la climatología hemos tenido algún problema. El teclado va por gravedad y las teclas se pueden quedarse en el sitio. El calor y la humedad no son lo mejor para la zanfona. Aunque el entorno, la ciudad antigua, con el mar de fondo..., ha sido perfecto; pero claro, no es lo mejor para la zanfona.

-Sobre el escenario ha mostrado que el instrumento tiene una versatilidad asombrosa, ¿es un modo moderno de utilizar un instrumento tan antiguo?
-Es muy versátil pero yo creo que ya se hacía antaño. El concepto instrumental es el mismo. Y hay que entender que la música del siglo XIV era complejísima, aunque no contamos con mucha documentación sobre el uso de la zanfona. Por ejemplo, una técnica como la del estacatto, estoy seguro de que en la edad media ya se hacía.

-¿Cómo ha sido su experiencia en el festival de jazz de Eivissa, con su ambiente y su ubicación en la ciudad amurallada?
-Por la climatología hemos tenido algún problema. El teclado va por gravedad y las teclas pueden quedarse en el sitio. El calor y la humedad no son lo mejor para la zanfona. Aunque el entorno, la ciudad antigua, con el mar de fondo..., ha sido perfecto; pero claro, no es lo mejor para la zanfona.