Pedro Cañestro durante la cena homenaje.

Pasaban pocos minutos de las 20,30 horas cuando el restaurante Sa Fonda era un auténtico hervidero. Casi un centenar de diferentes generaciones de actores y componentes de los cursos de teatro de Arts i Oficis se afanaban en ocupar los asientos libres, que iban desapareciendo con rapidez. Pilar Costa, una de las encargadas de coordinar el homenaje, había hecho hincapié en que los asistentes debían ser puntuales con el fin de que la recepción del homenajeado fuera espectacular.
Así ocurrió, pocos minutos después, entraba en la sala Pedro Cañestro, Don Pedro, como le conocen todos sus alumnos y sus compañeros, acompañado de su hija Lupe. Visiblemente emocionado, fue recibido con un ramo de flores, que le entregó la actriz Dolors Corderas.
Sentado en el centro de la mesa que presidía la sala, Pedro Cañestro no paró de recibir las atenciones de todos los que allí se habían congregado para recibirlo. Haciendo gala de un sentido del humor envidiable, pese a que su voz no logra estar a la altura de la vitalidad que desprende, Pedro Cañestro se dirigió a todos los comensales, que guardaron un respetuoso silencio para escuchar a quien les enseñó cómo desplegar su talento sobre las tablas.
Preso de la emoción, cedió la palabra a su hija, Lupe Cañestro, que hizo de portavoz de su padre a la hora de transmitir el agradecimiento que éste tiene por la Isla, de la que se siente parte, pese a que desde hace algunos años tuvo que trasladar su residencia a Palma de Mallorca.
Una vez finalizada la cena fue el momento de repartir los regalos que los invitados habían preparado para Cañestro.
En primer lugar, Jaume Ripoll Marí, el primer presidente de la Sociedad Tanit, entregó al director de teatro un diploma de socio de honor, fechado en febrero de 1966. Tras multitud de avatares, varios miembros de dicha sociedad tuvieron la oportunidad de entregarle este reconocimiento por la labor realizada en ella y en el Grup de Teatre Experimental d'Arts i Oficis.
Por otro lado, la gente del mundo del teatro quiso agradecer la labor de Pedro Cañestro como pionero del mundo de la escena haciéndole entrega de una placa y de un par de ‘castanyoles eivissenques'.
Tras el intercambio de presentes, la velada concluyó tal y como había empezado, con el director recibiendo el afecto de todos aquellos que gracias a él siempre llevan el escenario en el recuerdo.

Un brindis por el teatro
La del pasado jueves fue la ocasión idónea para que muchas de las personas que habían participado en diferentes formaciones teatrales se reencontraran, no sólo con el que fue su director, Pedro Cañestro, sino que también muchos tuvieron la oportunidad de reencontrarse con viejos amigos.
En esta tesitura, los recuerdos afloraban con facilidad. Muchos eran los que recordaban anécdotas de los cursos de teatro, los avatares ‘sufridos' durante los ensayos y diferentes situaciones vividas durante las representaciones.
Algunos, como Toni Torres Font, destacaban algunas de las cualidades de Pedro Cañestro. «Siempre hemos sido muy amigos», aseguraba el galerista, que añadía: «Es una persona que destaca por ser una persona inocente y bondadosa, sin que ello vaya en detrimento de su talento».
Fue por éstas y por otras cualidades por las que el salón al completo no dudó en sumarse al brindis que propuso uno de los comensales.