Desde ayer miércoles miles de periodistas y directivos de la industria del cine están en la glamourosa Riviera francesa para 12 atareados días de proyecciones, alfombras rojas, fiestas y acuerdos. Ya desde este primer día se muestran los habituales enfrentamientos que acoge cada jornada.

La comedia dominó la apertura del festival de cine de Cannes, con la fantasía infantil Moonrise Kingdom, de Wes Anderson, compitiendo por la atención de los medios mundiales con el caótico general Aladeen, alter ego de Sacha Baron Cohen en El dictador.

Dentro de su ya tradicional puesta en escena promocional, el actor británico apareció a las puertas del famoso hotel Carlton con toda la parafernalia que arropa a su nueva película.

Así, se pudo ver a Baron Cohen caracterizado como su personaje en la cinta, el dictador Alladeen. Nada fuera de lo normal en él. Pero la sorpresa ha llegado cuando se ha intentado subir a lomos del camello y se ha caído provocando las risas de toda la prensa, congregada para la presentación.

Por otra parte, desde la organización del festival no se esquivó el tema de la crisis: «La situación económica en Europa no es genial, pero ¿significa eso que tenemos que olvidar los sueños?», dijo Thierry Fremaux, delegado general del festival. «Esta crisis (económica) no es la crisis de este año», dijo a Reuters.

«Llevamos cinco años en crisis aquí en Europa, —añadió—, pero tenemos que conseguir una forma de darle sueños a la gente y de decir que incluso en los años 30 tras la gran crisis, el cine estaba en muy buena forma».