Dicen que Josep Maria Llompart (Palma, 1925-1993) es uno de los intelectuales baleares más influyente de la segunda mitad del siglo pasado. Subrayan esta afirmación los expertos que han estudiado su obra, pero también algunos de los escritores que acudieron en numerosas ocasiones hasta su despacho de Can Moll en busca de consejo o a pedirle un prólogo -escribió cientos-. Muchos de ellos se reúnen estos días para recordar al mentor, al escritor, activista cultural y político que falleció un 28 de enero de hace 20 años.

Nunca hubo tanta coincidencia al definir a un hombre: «Era generoso», dicen. «Con su tiempo y con su saber», apostilla su sobrina Cèlia Riba. Más complejo sería quedarse con una única faceta de Llompart, pese a que «siempre quiso que se le recordara como poeta», sostiene la escritora Antònia Vicens. Pero más allá de las letras, Llompart «trabajó mucho por la democratización, por la recuperación de los derechos culturales y por la normalización de la lengua», añade Pilar Arnau, biógrafa del escritor. Todo ello, revela, «le llevó a reconocer en un texto que en un país normal se hubiera dedicado a la poesía, pero en éste le había tocado hacer de todo». Era «parte de su generosidad como ciudadano», apunta Vicens.