Arao Obana, esta semana en su domicilio de Vila.

El matrimonio japonés formado por Arao y Satoko Obana está íntimamente ligado a Eivissa. Tras años de relación con la Isla, la pareja decidió comprar una pequeña casa frente al parque Reina Sofía, donde se encuentran actualmente pasando unos días en una visita muy intensa emocionalmente debido al cáncer que sufre Arao y que podría imposibilitarle regresar al Mediterráneo en el futuro. «No pensábamos que pudiera volver y tenía mucha ilusión por ver la casa y la Isla», afirma Satoko.

Aquí nació en 1981 su primer hijo, Ippei, y el restaurante que el matrimonio abrió en su tierra natal, en la región de Ukiha (prefectura de Fukuoka), lleva ‘Ibiza’ como nombre, incluyendo una reproducción del famoso busto helénico de Tanit que custodia el Museu Monogràfic de Puig d’es Molins, a pocos metros de su nueva casa.

Pero no fue Obana quien pisó por primera vez Eivissa, sino su mujer, que llegó hace cuarenta años, cuando aún era una estudiante en Valencia. «Al acabar la carrera una amiga me dijo que volviera. Por aquellas fechas encontré a Obana en Bali. Quería pintar allí, pero no tenía visado y estaba desesperado. Al ver sus cuadros me recordaron a Eivissa y le dije que viniera conmigo», recuerda Satoko. Aquello ocurrió hace 35 años, y desde entonces Obana se ha declarado un enamorado de los azules que encontró en la Isla, tanto en el cielo como en el mar.

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