La pieza pesa 500 kilos, lleva 2.000 cristales y ha sido instalada en la fachada de la Casa de Amèrica, en Madrid. | Ballesteros

Uno de los iconos culturales españoles más reconocidos en el extranjero, el toro de Osborne, ha abandonado su porte sobrio para transformarse en una escultura de cristal de 500 quilos con 2.000 piezas de Swarovski incrustadas, que podrá verse en la fachada de la Casa de América, en la plaza de Cibeles, en Madrid durante un mes.

La empresa austríaca ha decidido cristalizar la famosa escultura que flanquea varias carreteras españolas y convertirla «en una obra de arte moderna y contemporánea», diseñada por el artista jerezano afincado en Eivissa Willie Márquez.

No es la primera obra inusual de la firma de cristales, aunque sí «la más grande en España», explican desde Osborne.

El proyecto partió desde un taller tradicional en el Puerto de Santa María hasta la ciudad de Wattens, donde Swarovski manufactura cristales destinados a la moda, la bisutería, la iluminación, la arquitectura y el interiorismo y donde se cristalizó al famoso toro.

El cristal es un material «muy versátil», explica Reisinger, así que sus aplicaciones «son infinitas».

Destacan, por ejemplo, entre los objetos «más excéntricos» en cuya elaboración ha colaborado Swarovski, una guitarra que Shakira encargó a la firma con incrustaciones de cristales de color rosa, y que salió directamente de los talleres de Barcelona, y unos guantes que usó Michael Jackson.