Mercedes Sampietro en una imagen promocional junto a Eduard Iniesta.

Mercedes Sampietro (Barcelona, 1947) es uno de los nombres más destacados de la escena española. Debutó en el teatro en pequeñas compañías catalanas en los años 70 y en el cine en 1977 con la película A un dios desconocido, dirigida por Jaime Chávarri. Desde entonces no ha parado de trabajar y su trayectoria contempla más de cuarenta películas, casi quince obras de teatro y más de veinte apariciones en series de televisión, la última en La Riera de TV3, donde interpreta el personaje de la Mercé desde 2010. Mañana llega a Can Ventosa con la representación 9 maletes, una obra de suspense dirigida por su gran amigo Joaquín Oristrell y en la que comparte escenario con Eduard Iniesta.

—Hace unos días, en la entrega de los premios del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Sergio Peris Mencheta dijo que trabajar en el mundo del teatro tal y como están las cosas es todo un privilegio. Usted llega a Eivissa para presentar una obra. ¿Se siente una privilegiada?

—Realmente sí, pero como cualquier persona que tiene un trabajo actualmente. A día de hoy las cosas están muy mal en todos los sectores de España.

—¿En el teatro también?

—Sí, es un sector que está atravesando un muy mal momento. Y todo porque los que nos gobiernan siguen empeñados en hundir y hacer desaparecer la cultura. No se dan cuenta de que aunque es un producto que no es rentable sirve como consuelo para mucha gente y no puede sobrevivir sin ayudas. Por eso no es lógico que le pongan un 21% de IVA mientras ven como se siguen vaciando las salas.

—Sí, porque es un hecho demostrable que cada vez va menos gente al teatro y al cine. Usted que fue presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas hasta 2006. ¿Cómo ve el futuro del cine?

—Igual de negro que el del teatro. A día de hoy es muy difícil hacer cine en España.

—¿Y esto tiene solución?

—Realmente no lo sé. Espero que sí. Me considero una persona positiva, pero creo que todo pasa por un cambio de ideología y por un sistema que no sea como una dictadura donde todo nos viene impuesto. Y para ello es necesario que la sociedad civil siga tomando conciencia.

—Entonces, ¿el mejor refugio ante tanta crisis pasa por hacer papeles en televisión?

—No sé si tanto, pero lo cierto es que es una buena oportunidad, sobre todo para la gente joven. Yo llevo desde 2010 años haciendo La Riera, una telenovela en TV3, y estoy muy contenta. Tenemos más de un millón de espectadores y lo que es mejor, a la gente le gusta nuestro trabajo.

—Pero después de más de treinta años de trayectoria, ¿no le causa reparo que mucha gente ya la asocie para siempre con su papel de Mercé?

—La verdad que no. Eso es inevitable y también es una señal de que la serie ha enganchado y que a los espectadores les gusta tu trabajo en la serie. Además, La Riera no es una telenovela al uso ya que ha modernizado el concepto que teníamos de culebrón. Por ejemplo, es la primera que se hace en alta definición y que tiene un director de fotografía. Es para sentirnos orgullosos de ella.

—A lo largo de su trayectoria casi siempre ha hecho drama ¿Alguna vez la veremos en una comedia?

—Bueno, casi siempre he hecho drama porque es donde más se me ha encasillado y ahora ya es muy difícil que me saquen de ahí. Aún así, siempre he deseado hacer comedia porque es un género que me atrae muchísimo y en el que creo que podría sorprender a más de uno. Ahora, con el paso de los años y con una trayectoria marcada, es más difícil, pero nunca se sabe.

—Y con tanto director con el que ha trabajado, ¿aún sueña con que le llame alguno para debutar con él?

—A estas alturas la verdad que no. En cambio sí hay muchos con los que me gustaría repetir. Pero, sin duda, y no es por hacerle la pelota, me quedo con Joaquín Oristrell. Es la persona más atractiva, profesional y creativamente que he conocido nunca. Cada día que se pasa con él es un auténtico placer. Creo que es uno de los mejores guionistas y directores que ha dado este país, aunque desgraciadamente no siempre ha tenido la suerte para haber podido despegar lo suficiente y llegar al lugar que realmente le corresponde.