El fotógrafo catalán, junto a algunas de sus postales en una tienda de Sant Antoni.

Aunque confiesa su predilección por las cámaras analógicas, este fotógrafo y editor de postales ha terminado por sucumbir a los avances tecnológicos y posee una pequeña cámara digital con la que todavía hoy, a sus 84 años, disfruta capturando retazos del mundo que le rodea. Josep Maria Subirà i Blasi (Barcelona, 1930) disfruta de su jubilación entre Eivissa y Barcelona y puede presumir (aunque no lo hace) de haber sido testigo y haber contado a través de sus fotografías la historia de Eivissa desde finales de a década de los 50.

Sus estudios de química le sirvieron para entender mejor las fotografía, una pasión a la que se aferró cuando le inició un tío suyo. El fotógrafo -«tuve la suerte de pertenecer a una familia que tenía recursos para comprar el material fotográfico»- y editor de postales ha recibido numerosos premios, ha publicado libros (como Eivissa-Ibiza) que recogen su trabajo y se le ha dedicado un volumen de la Col.lecció Fotògrafs a les Illes, pero el reconocimiento que estos días siente más cercano es el del Cercle Cartòfil de Catalunya, que engloba a los coleccionistas de postales y que le ha nombrado socio de honor. «Gracias a ellos me he dado cuenta de la importancia de conservar estas imágenes», comenta. Suyas fueron algunas de las primeras postales en color (cambio que hizo al iniciarse la década de los 60) para las que capturó vistas aéreas, la arquitectura ibicenca o las mujeres que todavía vestían los trajes de payesas.

Conoció la isla gracias al amigo y también fotógrafo Francesc Català Roca y desde 1956 residió a temporadas en la isla, donde llegó a tener varias tiendas de fotografía. «Me deslumbró Eivissa y la cámara funcionaba sola», rememora. Tomaba fotografías en blanco y negro pero también en color -suyas son algunas de las primeras postales en color- y capturaba paisajes y retazos de la vida cotidiana de aquella Eivissa, instantáneas que se alternaban con los retratos de los artistas que observó a través del objetivo de sus cámaras. Erwin Bechtold (uno de los fundadores del Grupo Ibiza 59), los integrantes del conocido como Grupo Puget, Wilt Faber o Frank L. Schaefer, conocido en la isla bajo el pseudónimo de ‘El punto’, hicieron crecer en él la sensibilidad estética. «Siempre me ha llamado la atención que hay artistas que son mediocres pero que por su personalidad irradian una gran fuerza, mientras que otros tienen una gran obra pero les falta ese carisma», comenta a propósito de su relación cómplice con los artistas que residían o pasaban por la isla durante las décadas de los años 60 y 70.