Una obra de Sol Courreges.

La oferta cultural de Formentera no se detiene aunque la temporada turística esté a punto de terminar ya que durante estos días turistas y residentes cuentan con tres exposiciones en Sant Francesc Xavier, repartidas entre la Sala Municipal del Ajuntament Vell, el Centre Gabrielet y la Sala de La Caixa.

En el primero de ellos, hasta el día 13 de septiembre se puede ver la muestra de fotografía La Il-lusió de Josep Maria Moreu. En ella, el barcelonés residente en la isla de manera fija desde hace 9 años presenta 24 instantáneas en blanco y negro que tienen como común denominador la luz de la luna llena.

Se trata de un paisaje de Formentera diferente al que estamos acostumbrados ya que la mayoría de nuestros artistas se decantan por destacar la luz del sol. «Ha sido un trabajo que ha abarcado unas 12 lunas llenas y con él he querido incorporar a la fotografía mi trabajo como ceramista para dar una sensación de contrastes y generar un resultado final que tiene algo de surrealista, onírico o de aquellas ilusiones que a veces imaginamos», comentó el propio Moreu.

Mientras, la publicista argentina Sol Courreges expone en el Centre Gabrielet una muestra titulada, Earth without art is just Eh. Esta artesana que trabaja desde hace años reciclando discos de vinilo, vuelve a sorprender con una abundante producción de objetos decorativos en los que introduce además maderas y metales en desuso, brindando un conjunto que no deja indiferente a nadie y que en esta ocasión tiene a la música como protagonista central a través de guitarras o trompetas rodeadas de pájaros y mariposas.

«Arqueología moderna»

Y finalmente, en la Sala de Exposiciones de La Caixa, Jorge Traverso, artista uruguayo también afincado en Formentera desde hace años, presenta una propuesta a la que ha llamado Beach art Project. Con ella, busca sorprender al espectador con una serie de cuadros sobre tela en el que los residuos de plásticos recogidos por Traverso en las playas de la isla se convierten en figuras. Así, palitos como los chupa-chups, restos de botellas de plástico con inscripciones en árabe que posiblemente hayan viajado por el Mediterráneo, trozos de snorkels, gafas de sol o incluso un teléfono analógico con su correspondiente cable enroscado, forman parte de su propio universo.

«Este proyecto se basa en recoger lo que el mar devuelve y por lo tanto es una reflexión sobre este problema que nos afecta a todos como demuestra que ya hay datadas islas de plástico que vagan a la deriva por los océanos», aseguró el uruguayo. Por ello, su objetivo fundamental ha sido «juntar todo este material y convertirlo en arte ya que en algunos de los cuadros las gamas de azules, rojos y verdes no están pintadas sino que son es el propio deterioro que sufre este material» finalizó Jorge Traverso, que define su obra como «arqueología moderna».