Balears afronta el verano con buenas perspectivas de actividad, pues todo apunta que, al menos, en términos de volumen, se retornará a la operativa prepandemia. Sin embargo, más importante que medir el volumen es conocer si la generación de valor será suficiente para drenar la pérdida de los dos últimos ejercicios y, sobre todo, si los riesgos a la baja que subyacen del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania no empañarán las principales decisiones de gasto e inversión que deben permitir a Balears transitar hacia escenarios de mayor productividad, más digitales y neutros en carbono.

Y es que no se puede descuidar el impacto que el conflicto bélico está ejerciendo, en términos económicos, sobre las rentas y las estructuras de coste, a caballo de unos precios que no ha dejado de escalar. La cuestión es que la inflación subyacente ha endurecido su tendencia al alza los meses de abril (4,3%) y mayo (4,9%) y ha acortado, así, distancia con el índice general (7,8% y 8,2%, respectivamente). Todo hace prever, pues, que las tensiones inflacionistas persistirán a medio plazo, en la medida que parte del efecto temporal causado por el comportamiento de los componentes más volátiles –la energía y los alimentos frescos– ha traspasado ya al núcleo duro de los precios finales.
Sin duda, la inflación se ha convertido en la cara visible y manifiesta de un escenario económico altamente incierto, tanto por la duración desconocida del conflicto bélico como por la reconfiguración que acabará provocando sobre el tapiz geopolítico y comercial internacional. Por el momento, las tensiones se expanden desde el epicentro del escenario bélico a través de los mercados de materias primas, los flujos exportación-importación y los vínculos financieros, en parte, afectados por los efectos de ida y vuelta derivados de las sanciones aplicadas al invasor ruso. Todo ello se suma a los ajustes que estaban en vías de resolución al inicio del ejercicio, relacionados con los problemas logísticos y de aprovisionamientos generados a raíz de la pandemia, los cuales añaden también, en estos momentos, la paralización de la producción en parte de China de acuerdo con nuevos brotes del virus y la estrategia predominante de ‘COVID-cero’.

De acuerdo con esta compleja caja de resonancias en la que se ha convertido en estos momentos la economía mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado nuevamente a la baja, las previsiones de crecimiento para 2022 y 2023. En este escenario, la progresiva normalización de la economía balear asume el reto de digerir las tensiones del entorno, pues éstas podrían dilatar un proceso de normalización de la actividad económica que ha costado sobre manera poner en marcha, atendiendo a paralización, continua o intermitentemente, provocada por la pandemia.

De momento, la economía de las Islas sigue mantenido un notable esfuerzo al alza, de manera que el valor añadido bruto no agrario ha manifestado un avance real del 13,9% durante el primer cuarto del año. Este resultado añade 0,4 puntos porcentuales al del trimestre anterior y confirma, así, dos trimestres consecutivos de aceleración del ritmo de crecimiento. Por consiguiente, Balears sigue limando parte del gap prepandemia pendiente y situarlo, por primera vez, por debajo del 10%.
A este punto positivo, se une el hecho que el impacto directo de los actuales desajustes derivados de la guerra es potencialmente inferior en Balears respecto de otras economías del entramado regional europeo más vinculadas a cadenas de valor industriales. No obstante, es pronto para afirmar que ejercicio se saldará con un marcador superior al 8,9% de crecimiento de 2021, pues ello depende de que el archipiélago consiga evitar el stand by económico que se espera a nivel global para este segundo semestre del año.