El aeropuerto de Son Sant Joan ha afrontado numerosos días de tráfico intenso de aviones y pasajeros.

El debate de la masificación ha marcado la temporada. ¿Existe la masificación turística? ¿Es solo una sensación? Lo cierto es que este mes de julio ha habido menos turistas que en el mismo mes de 2019 en Mallorca, y también son menos los contabilizados en los siete primeros meses del año.

La opinión pública ha evolucionado de forma espectacular en los últimos años y hoy existe una unanimidad casi absoluta en considerar que la posibilidad de morir de éxito es real para Balears, que la proliferación de turistas se ha convertido en un problema y que es imprescindible adoptar medidas para limitar la presencia de visitantes en temporada alta. El objetivo, además de no agotar los recursos naturales de las Islas, es mejorar las condiciones de vida de los residentes, que han visto como los visitantes se han convertido en un elemento distorsionador de la vida diaria para los ciudadanos. Es en este contexto en el que semanas atrás comenzó a proliferar en las redes sociales el eslogan ‘SOS residents’.

En todo caso, hay que reseñar que es evidente que lugares como el Caló del Moro o el faro de Formentor sufren la masiva presencia de turistas, pese a las restricciones de diferente índole en vigor durante los meses estivales. En este sentido, no hay consenso a la hora de decidir cuál es el sujeto de la masificación. ¿Qué está masificado? ¿Balears? ¿Mallorca? ¿Palma? ¿Las calles más céntricas de la capital balear? ¿La playa? ¿Todas las playas? ¿Algunos lugares de vistas privilegiadas en la puesta de sol? Son muchos y variados los factores que influyen en la masificación. Es evidente que uno de los factores determinantes es la población residente. Y llegados a este punto es un hecho demostrable el espectacular incremento de población que han experimentado las Islas en los últimos años, que se ha incrementado más de un 38% desde el año 2000. La actividad turística ha provocado que Balears haya conseguido la plena ocupación durante los meses estivales, aunque es inevitable un contundente incremento del paro cuando remita la llegada de visitantes. Avanzar hacia la desestacionalización es una de las asignaturas pendientes.

La polémica sobre la masificación turística ha sido también protagonista del debate político. La intención del Consell de Mallorca de colaborar económicamente con el Real Mallorca para que el estadio de Son Moix se denomine Visit Mallorca Estadi provocó una crisis política. El Consell, finalmente, renunció a la promoción turística que suponía dar nombre al estadio. Días después, el Ajuntament de Palma anunció su intención de dedicar parte de los fondos del impuesto del turismo sostenible a publicitar la llegada de nómadas digitales a la Platja de Palma. De nuevo, surgió la polémica entre los socios de gobierno, en este caso en Cort, y el Ajuntament acabó por renunciar al proyecto.

Turistas llegados a Balears y Mallorca en 2022.
Turistas llegados a Balears y Mallorca en 2022.

La presidenta Francina Armengol huye del debate de la masificación, pero recuerda que Balears ha congelado las plazas. Iago Negueruela, conseller de Model Econòmic, Turisme i Treball, negó la masificación. Poco después matizó que en julio y agosto sí existe sensación de masificación, aunque recordó que el Govern ha puesto ya los cimientos para limitar las plazas turísticas con una moratoria de cuatro años, con excepciones por algunos centenares de plazas. El Partido Popular, por su parte, explica que el Govern ha de aprender a gestionar el éxito y su líder Marga Prohens ha declarado que este verano «todos hemos tenido la sensación de saturación» en Mallorca. Podem y Més per Mallorca son partidarios de apostar por el decrecimiento turístico, mientras que el Pi explicó días atrás sus propuestas para controlar la masificación.

Un debate diferente que suscita profundas controversias es cuando se buscan causas a la masificación. Los hoteleros, en general, apuntan al alquiler vacacional como principal causa. De igual manera, recuerdan que la llegada de cruceristas es un factor determinante a la hora de explicar la excesiva concentración de turistas en determinados lugares de Palma.

La patronal de las navieras y las principales empresas del sector de cruceros firmaron el pasado mayo un acuerdo para limitar la escala de cruceros hasta 2026. Rubricaron que solo podrán coincidir tres cruceros al día y que solo uno de ellos podrá ser un megacrucero con más de 5.000 pasajeros. Eso sí, pactaron que en la actual temporada turística -el año que viene ya no- podrán llegar cuatro buques de forma excepcional en 18 ocasiones.

Otro factor a considerar, que debiera haberse considerado hace ya muchos años, es averiguar cuál es la capacidad de carga de las islas. Es necesario saber cuánta población, entre residentes y visitantes, puede soportar Balears con unos recursos -agua, electricidad, infraestructuras...- limitados.
La llegada masiva de turistas crea necesidades que, entre otros debates, hacen que diferentes actores de la sociedad balear se planteen si la desestacionalización es el camino a seguir o solo producirá un enquistamiento de los problemas. Unos defienden que la temporada baja, con poca presencia de turistas, es necesaria para recuperar los niveles de agua y reducir la presión sobre el territorio, mientras que otros argumentan que para la economía balear es imprescindible trabajar el máximo número de meses posible. Aseguran que una economía tan estacional es una economía enferma.
La economía circular se ha convertido en el gran reto del futuro inmediato, también en el sector hotelero. La inmensa mayoría de empresas son conscientes de la necesidad de transformarse, de apostar por la sostenibilidad y la economía circular. La realidad, en todo caso, es que la aplicación de la economía circular es hoy poco más que una anécdota, una gota en el océano.

La Ley de Turismo, impulsada por el Govern de Francina Armengol, obliga a los hoteleros a algunos cambios para acercarse a la circularidad, pero es poco atrevida. En este sentido, por ejemplo, no obliga a los establecimientos hoteleros a mejorar el aprovechamiento del agua de lluvia. Y tampoco señala el camino de la reutilización de las aguas grises, que sí han adoptado ya el HM Palma Blanc en la calle Santiago Ramón y Cajal o el Gran Meliá Villa Le Blanc en la localidad menorquina de Santo Tomás. Ambos establecimientos utilizan el agua de los lavabos o las duchas para los inodoros, consiguiendo de esta forma un considerable ahorro.

NÚMERO DE TURISTAS. La masificación no depende solo del número de turistas, aunque es evidente que es un factor primordial. En este sentido, durante el pasado mes de julio llegaron a Balears un total de 2.810.155 turistas, un 0,77% más que en el mismo periodo de 2019. En cambio, durante los siete primeros meses del año han llegado en 2022 menos visitantes que en 2019. Este año han arribado 9.238.560 turistas, que son un 2,62% menos que de enero a julio de 2019.

Por islas, tanto en Menorca como en las Pitiüses aumentaron los turistas llegados en julio y también se incrementaron en el acumulado durante los siete primeros meses del año respecto a 2019. En cambio, en Mallorca bajaron tanto en julio como en el acumulado del año.

El descenso de visitantes en la mayor de las Balears fue del 2,35% durante el mes de julio, pese a que llegaron 1.842.569 turistas. En el acumulado del año, el retroceso alcanza el 6,23% en Mallorca.
En Menorca, el número de turistas se ha disparado en julio hasta los 341.984 visitantes, un 7,14% más que en el mismo mes de 2019. Además, de enero a julio han llegado a Menorca 903.634 turistas, que son un 11,57% más que los registrados durante los siete primeros meses de 2019.
De igual manera, el número de turistas llegados a las Pitiüses se incrementó tanto en julio como en el acumulado del año. Durante el pasado julio arribaron a Eivissa y Formentera un total de 625.601 turistas, un 7,39% más que en 2019. El número de turistas durante los siete primeros meses del año fue de 1.840.505, un 5,07% más que en 2019.

Turistas llegados a Menorca y las Pitiüses en 2022.
Turistas llegados a Menorca y las Pitiüses en 2022.

GASTO. El gasto turístico ascendió en julio a 3.200,85 millones de euros, un 0,67% más que en el mismo periodo de 2019, mientras que el número de visitantes se incrementó un 0,77%. El incremento llega al 6,15% si consideramos el cómputo global de los siete primeros meses del año. La cifra es especialmente trascendente, puesto que los turistas llegados durante los siete primeros meses bajaron un 2,62%. Tanto en julio como en el global de los siete primeros meses destaca el sustencial incremento del gasto de los visitantes españoles. En julio subió un 34,58%, mientras que el aumento en los siete primeros meses es del 26,47%.

El gasto total por persona fue en julio de 1.140,13 euros, un 0,10% inferior al del mismo periodo de 2019. De enero a julio, el gasto por persona ha aumentado un 9,01% para alcanzar los 1.053,11 euros.

Finalmente, el gasto por persona y día alcanzó en julio los 171,35 euros, un 6,04% más que en 2019. Y de enero a julio fue de 162,52 euros, un 6,44% más que en 2019.