Todos los grandes constructores de automóviles proponen ahora su SUV (Sport Utility Vehicle) eléctrico. En menos de diez años, estos mamotretos de dos toneladas o más, han pasado de un mercado de nicho a más del 45 % de ventas. Y la mitad de los vehículos eléctricos en el mundo producidos son ahora SUV, según la ONG T&E, que promueve el transporte sostenible por toda España y Europa. Su objetivo es que el transporte esté totalmente descarbonizado para 2050, sea asequible para todos y no produzca impacto en la salud pública.

Un símbolo de la manera absurda de cómo se cumple o no la transición ecológica es por una parte que estos vehículos son siempre más voluminosos y pesados, por sus baterías gigantes, lo que requiere una potencia considerable para moverse y por otra parte, aplicar una energía descarbonizada a una industria siempre más consumidora de primeras materias (acero, plástico, metales raros, etc.) no tiene ningún sentido.

Convertir en eléctrica toda la producción automovilística, como tiene previsto Europa a partir de 2035, no será eficaz si no se repiensa para vehículos menos pesados y con mejores prestaciones; y lo más a menudo posible con viaje compartido. ¿Por qué no reemplazar una parte del parque por nuevos vehículos móviles, como estos cuadriciclos eléctricos ligeros que están entre bicicleta y coche, perfectamente adaptados para pequeñas distancias?

Esta revolución de nuestros hábitos de desplazamiento supone también nuevas normas y una adaptación de las vías de tránsito y circulación, además de enormes cantidades de electricidad verde.
El gestor de la red RTE, estima así que, en el consumo eléctrico nacional, en el horizonte 2035 aumentará más del 25%, en vez del 40% que había calculado para el 2022. El automóvil no es más que un ejemplo entre otros. Energía, alojamiento, alimentación, equipamiento… necesitaría un nuevo enfoque. Detrás de un análisis de marketing adaptado al modo ecológico, la mayoría de empresas no cambian de lógica. Carrefour, Zara, Nestlé, Amazon, Pepsi, Samsung y otras similares no están cerca de alcanzar la neutralidad del carbono prometido en 2040 o 2050, finalmente estimada para 2023, que se ha diseñado.

Por otra parte, el greenwashing es una práctica de marketing verde destinada a crear una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica. Las ONG utilizan con frecuencia el término para denunciar a las empresas que se preocupan por el medio ambiente, cuando sus actividades son perjudiciales para éste. El 75% de los franceses se declaran desconfiados en relación a las promesas medioambientales de las empresas, según un estudio de la empresa de seguros de vida Goodvest.

La tarea de los directivos de las compañías no puede impedir el calentamiento climático o preservar la biodiversidad… ya que se es competitivo repartiendo dividendos. Mientras, las empresas petroleras continúan produciendo hidrocarburos, y hay más demanda de petróleo y gas. Mientras tanto, cada día se señala la urgencia de una importante ruptura, de un cambio sustancial. Con respecto a los océanos se acaba de constatar el mes de mayo más caliente jamás registrado, y el Océano Ártico no tendrá más hielo en sus mares a partir del verano de 2030.

Los incendios harán estragos en Canadá y los insectos y pájaros desaparecerán de su paisaje. El capitalismo actual tendrá que reescribirse, las empresas no superarán con facilidad su estado cosmético medioambiental. La presión conjunta de la sociedad civil, consumidores, inversores, accionistas y gobiernos (tasas y reglamentos) será brutal. ¡Será necesario aceptar colectivamente la idea de un cambio de modelo!