El reto demográfico es uno de los principales desafíos del siglo XXI. Se refiere a los desequilibrios que producen en nuestra sociedad factores como la despoblación de zonas rurales y su concentración en zonas urbanas, la caída de la natalidad y el envejecimiento de la población, y la integración de la población inmigrante. Estos desequilibrios afectan a las oportunidades, servicios y calidad de vida de la población en la España vacía o vaciada, pero también a las zonas más pobladas.

En Balears, el reto demográfico debe abordar cómo hacer habitable y sostenible la vida en un espacio físico limitado por la insularidad, con la tasa de crecimiento de población más alta de toda España (un 33,5% desde 2001 a 2021) y un índice de presión humana que aumenta la población algunos días de verano hasta un 74% en Mallorca, duplica la de Menorca y Eivissa y triplica la de Formentera. Obviamente estos factores sobrecargan los servicios y recursos disponibles (agua, gestión de residuos, servicios de salud, transporte…) y presentan importantes efectos sobre la calidad de vida de los residentes.

Veamos datos concretos sobre problemas específicos. Tráfico en nuestras carreteras: el número de vehículos ha aumentado un 44% en las últimas dos décadas, con un parque de vehículos actual de 1.091.324 automóviles y una población de 1.176.659 habitantes, casi uno por habitante (IBESTAT, 2022). Vivienda: Balears es la comunidad autónoma con el precio más alto de alquiler y de vivienda usada (informe de pisos.com en noviembre 2023) y en el que mayor esfuerzo hay que hacer para comprarse una vivienda (ahorrar el 20% de un sueldo medio durante 17 años para pagar la entrada de un piso medio de 333.000 euros). ¿Cómo pueden los jóvenes baleares independizarse y planificar su futuro vital? Dificultades económicas de las familias: más de 1 de cada 5 personas en Balears está en riesgo de pobreza o exclusión social y el 49,2% de la población tiene cierta o mucha dificultad para llegar a final de mes (Consejo Económico y Social de Balears, 2022).

Vivir en nuestras islas se ha convertido en todo un reto para gran parte de la población autóctona y adoptiva. Cada vez son más las personas que sienten que «la isla les echa» y piensan en emigrar a sitios más «agradables» como el Norte de España, no sólo porque tienen un clima menos caluroso en verano, sino también por un coste de la vivienda y de la vida más asequible y menos problemas sociales y de infraestructuras. Algo habrá que hacer para aumentar la calidad de vida aquí, mejorar nuestra sostenibilidad y responder al reto demográfico de las islas. La solución debe incluir políticas estables y valientes en materia de vivienda, de transporte y parque automovilístico y la promoción de salarios dignos.