El oro es uno de los productos estrellas de este 2024. Tras varios años siendo el «patito feo» en los mercados, sin poder romper la barrera de 2.100 dólares la onza, ahora, tras perforar ese nivel, se ha «disparado». Los analistas buscan muchas explicaciones a este movimiento. Antes de nada, hay que explicar que el oro no es un valor seguro. La supresión del patrón oro en los años setenta ha hecho que sea un activo más, aunque es cierto que todavía es reserva para los bancos centrales y el Fondo Monetario Internacional.

La prueba de este riesgo real es la caída brutal (-46%) sufrida entre septiembre de 2011 y enero de 2016. Además, el inversor que comprara en ese momento hasta ahora no ha visto valoraciones superiores a las de hace 13 años. Partiendo de la base que no es un valor seguro, hay que ver si es un «valor refugio». Es decir un activo que no caiga cuando las cosas van mal. Un ejemplo es utilizarlo cuando la bolsa baja. Sin embargo, ha caído en muchas ocasiones, mientras la bolsa también lo ha hecho. En este sentido, ahora ha alcanzado máximos históricos al mismo tiempo que las bolsas (eso sí, los índices bursátiles no han estado tanto tiempo en negativo).

También puede tomarse como valor refugio contra la inflación, y en ese caso sí tiene más momentos de éxito, aunque durante el último periodo ultra-inflacionario (2021-2023) no subió (aunque es verdad que tampoco cayó). Por último, y en estos momentos puede cobrar importancia, hay quién dice que es valor refugio contra las guerras: es cierto que ha subido mucho desde los ataques de Hamas a Israel (de hecho coincide con este rally que comentamos) pero no lo hizo, por ejemplo, en la Guerra de Ucrania. Otra explicación que se está dando es el incremento de reservas por parte de los Bancos Centrales: sí crecieron en 2023, especialmente en Turquía y China (y Polonia) pero en este 2024 (a falta de actualizar muchos datos) no parece que la tendencia continúe.

¿Puede tratarse de una simple especulación de mercado fruto de la rotura de una resistencia importante? Podría ser, ha pasado más veces en activos «más importantes». Quién vea en el oro una oportunidad de inversión para aprovechar la tendencia, o simplemente, para diversificar su cartera, tiene varias formas de hacerlo. Sin entrar en la inversión directa en oro físico (riesgos de seguridad, liquidez, precios…), se puede hacer de tres formas gracias a los mercados financieros. La más directa es mediante futuros de oro, sin embargo es la menos recomendada para el pequeño inversor: hay mucho apalancamiento (se invierte más de lo que se aporta) con lo que el riesgo de perder toda la inversión es alta. Intentando replicar el precio del oro físico, se puede optar por ETCs: son certificados de deuda que replican su valor, en este caso existe un riesgo de contraparte, pero en la práctica funciona de forma óptima. Por último, la tercera es comprar minas de oro (principalmente vía algún fondo de inversión): la correlación no es exacta, es algo más volátil (incorpora el factor «bolsa») pero tiene ventajas de gestión, fiscales (si se hace con fondos tradicionales y no ETFs).