Un grupo de personas caminan junto a un centro comercial incendiado en el distrito de Ettadhamen, a las afueras de Túnez. | STR

El presidente tunecino, Zine al Abidine Ben Aíi, anunció ayer que no cambiará la Constitución para poder presentarse a las elecciones de 2014, con lo que pondrá fin a su etapa al frente del país magrebí que comenzó en 1987. En un mensaje difundido por la televisión estatal, Ben Alí comunicó que ha ordenado reducir el precio del pan, la leche y el azúcar y que las fuerzas de seguridad no utilicen armas de fuego para sofocar las protestas contra el Ejecutivo.

«Dije en 1987 que ninguna presidencia es para toda la vida. Lo repito ahora: Ninguna presidencia es para toda la vida. Rechazo cambiar la Constitución, no cambiaré la edad en la Constitución», afirmó, en referencia a la restricción que impone la Carta Magna y por la que el presidente del país no puede ser mayor de 75 años.

Ben Alí tiene ahora 74 años y se había especulado ampliamente con la posibilidad de que enmendara la Constitución para poder volver a presentarse en los comicios de 2014. Presidente desde 1987, Ben Alí ha comunicado que habrá «total libertad de prensa» y no se producirán más cierres del páginas de Internet. En su emocionado discurso televisado, hablando en dialecto local en lugar del árabe clásico, dijo que ha sido engañado por algunas de los miembros de su Gobierno.

Engañado

«He sido engañado, ellos me engañaron. No soy el sol que brilla sobre todas las cosas», subrayó. Ben Alí aseguró que entiende a los tunecinos y sus demandas.

El líder del opositor Partido Democrático Progresista, Najib Chebbi, aplaudió la decisión del presidente de Túnez de no presentarse a un nuevo mandato y reclamó la creación inmediata de un Gobierno de coalición. Los disturbios continuaron ayer en Túnez, especialmente en la capital y en otras regiones como la cuenca minera de Gafsa o la zona turística de Hammamet, mientras las asociaciones de derechos humanos elevaron a 66 el número de muertos desde que comenzaron las protestas sociales.

El último balance oficial ofrecido por el Gobierno tunecino el pasado martes cifró los muertos en 21 mientras que los sindicatos y los partidos de oposición del país elevaron ayer el número de víctimas mortales a más de sesenta.