Veladamente asumida la quiebra controlada de Grecia, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se reúnen hoy en Berlín para sentar las bases de un nuevo programa de recapitalización de la banca europea. El enésimo encuentro de urgencia de los dos líderes desde que se desató la crisis será para esbozar un mecanismo consensuado que permita aportar fondos públicos a la banca privada europea.
El proyecto se presentará posteriormente al resto de países que comparten la divisa común, probablemente en el próximo encuentro de líderes de la UE y la eurozona que se celebrará los 17 y 18 de octubre en Bruselas.
División
El principal escollo de la reunión en la Cancillería alemana es que, pese a la buena sintonía de que presume el eje franco-alemán, Berlín y París ya han abogado por diferentes modelos de recapitalización del sector financiero privado. Así, Merkel ha reiterado en los últimos días que «sólo como última opción debe recurrirse al recientemente reforzado fondo europeo» de rescate FEEF como instrumento para recapitalizar a los bancos.
La canciller recalca que lo mejor sería que los propios bancos fuesen capaces de captar fondos «por su cuenta», esto es, en el mercado o, en su defecto, que los gobiernos nacionales se hiciesen cargo de sus necesidades de recapitalización, una postura compartida a grandes rasgos por Bruselas, pero rechazada por Sarkozy.
Ayer el presidente galo se reunió con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, que el jueves se entrevistó con Merkel, para tratar este tema, según fuentes oficiosas. Lagarde no aclaró a la salida del encuentro si sigue creyendo urgente la recapitalización de la banca europea o si se decanta por la postura francesa.
Mientras, el representante de Grecia ante el FMI, Panagiotis Roumeliotis, declaró que el país necesitará casi con toda probabilidad una ampliación del segundo plan de rescate o bien iniciar un proceso de reestructuración de deuda para cubrir sus necesidades de financiación habida cuenta de los graves efectos de la recesión económica, que han resultado ser «peores de lo esperado».