Los testigos y la novia durante el oficio religioso en las terrazas frente al mar del complejo histórico Port de Pollença. | Julián Aguirre

Rafael Nadal y Maria Francisca Perelló se casaron ayer ante casi 250 invitados en una ceremonia religiosa celebrada al aire libre en La Fortalesa. Los novios hicieron esperar un buen rato a sus convidados en la zona destinada a acoger la celebración. Todo estaba a punto, los invitados en su sitio, incluidos los reyes Juan Carlos y Sofía, y la hora de inicio de la ceremonia, las 12.30, se fue alargando porque los novios no llegaban. Tras un buen rato, primero llegó él, y pocos minutos después apareció ella.

El buen tiempo acompañó el momento central de la jornada; las previsiones meteorológicas fueron mejorando a medida que se acercaba la fecha, lo que tranquilizó a todos; un día de lluvia lo hubiera complicado todo.

Un cuarteto de música amenizó la ceremonia, que transcurrió sin incidentes. Varios fotógrafos profesionales inmortalizaron toda la jornada.

Tomeu Català ofició una ceremonia en su estilo cercano y directo; las plegarias fueron leídas por jóvenes cercanos a la pareja. Para las lecturas se escogieron dos ‘cartas a los romanos’, habituales para las bodas. Se ofició en mallorquín, aunque en algún momento Català pasó al castellano por deferencia hacia los invitados de fuera. Sí, vull, se dijeron alto y claro.

Desde la primera fila, los familiares más cercanos de Rafa y Maria Francisca seguían con atención todo lo que acontecía.

Aunque es una práctica habitual en los últimos tiempos que personas cercanas a los novios realicen una semblanza de la pareja, no fue el caso.

Algunos de los presentes comentaron lo contentos y tranquilos que se había visto a los novios en todo momento, tanto antes como después de la boda propiamente dicha. Coincidieron en señalar que se había tratado de una ceremonia normal, en la que no hubo ningún sobresalto.

Y tras la ceremonia llegó el momento de las felicitaciones y del aperitivo y posterior convite que tuvo un carácter eminentemente mediterráneo.

Los aperitivos fueron obra de todos los restaurantes encargados del ágape: los mallorquines Santi Taura y Macarena de Castro y los restaurantes Zela y Tatel; Rafael Nadal es socio de los dos últimos.