La automatización global y el progreso de la inteligencia artificial han llegado para definir de manera incuestionable la dirección de este siglo. No obstante, surge la interrogante de si estas innovaciones tecnológicas representan una amenaza que nos encamina hacia la singularidad o, en su lugar, una oportunidad para que la humanidad dé un salto cualitativo en su historia. La reflexión sobre este asunto nos conduce a explorar las diversas dimensiones de esta revolución, y para ello, nos apoyamos en el análisis de Boaventura Sousa Santos.

En este contexto, Boaventura de Sousa Santos en uno de sus estudios realizados, Inteligencia Artificial: Un Reto para la Humanidad, enfatiza la necesidad de una cuidadosa planificación y una ética tecnológica que guíen el desarrollo y la implementación de la inteligencia artificial y la robotización. Considera que estas innovaciones pueden ser un trampolín para una mayor eficiencia y comodidad, pero solo si se aplican de manera responsable y equitativa. Por ello, el sociólogo portugués subraya la importancia de abordar las cuestiones éticas, legales y de privacidad que rodean a estas tecnologías, así como de garantizar que su adopción no deje atrás a segmentos de la sociedad menos favorecidos.

Boaventura de Sousa Santos afirma que la Inteligencia Artificial es el otro nombre de la cuarta revolución industrial

La primera dimensión que debemos explorar es la robotización del trabajo. La automatización de tareas laborales, impulsada por la inteligencia artificial, plantea un desafío significativo. Boaventura de Sousa Santos señala que este proceso tendrá un impacto desigual en todo el mundo, ya que no todas las tareas son susceptibles de ser robotizadas. Las grandes decisiones políticas y económicas, así como las tareas de cuidado humano, requieren la presencia humana y no pueden ser reemplazadas por máquinas. Esto podría profundizar las desigualdades sociales tanto a nivel nacional como internacional, ya que las sociedades con acceso limitado a esta tecnología se quedarán rezagadas.

Además, el sociólogo portugués advierte sobre la dificultad de tutelar los derechos de los trabajadores en este nuevo panorama laboral. El teletrabajo, impulsado por la virtualización del mundo, plantea desafíos en términos de protección laboral y derechos sindicales. La propiedad y el control de estas tecnologías están en manos de empresas privadas, lo que dificulta la supervisión democrática. Esto plantea una pregunta crucial sobre cómo asegurar que estas innovaciones tecnológicas no perpetúen las desigualdades y permitan un avance real en la calidad de vida de la mayoría de la población.

La segunda dimensión que debemos abordar es la virtualización del mundo, que ha sido acelerada por la pandemia. Si bien esta virtualización ha tenido ventajas evidentes, como la continuidad de actividades durante la emergencia sanitaria, también ha generado preocupaciones importantes. Boaventura de Sousa Santos nos alerta sobre el surgimiento del "capitalismo de vigilancia", donde se acumula información sobre los usuarios con fines comerciales o de vigilancia. Esta nueva forma de capitalismo plantea cuestiones éticas y de privacidad que deben ser abordadas de manera responsable.

Además, la virtualización ha llevado a la pérdida de la riqueza de la co-presencia humana en actividades como la educación y la interacción social. Si bien estas tecnologías pueden ser útiles en situaciones de crisis, no deben convertirse en la norma en la planificación de la sociedad. Boaventura de Sousa Santos destaca que las utopías tecnológicas a menudo pasan por alto las brutales desigualdades en el acceso a la tecnología y las condiciones de vivienda que hacen que su uso sea efectivo. Esto se evidencia en un informe reciente de la OCDE que señala las pérdidas educativas irreversibles en el sur global.

La tercera dimensión de esta revolución tecnológica es la virtualización de las relaciones sociales a través de las redes sociales. Boaventura de Sousa Santos plantea una preocupación importante aquí: la transición de la era Gutenberg a la era Zuckerberg. Mientras que la era de la imprenta se centraba en la comunicación pública y cultural, la era de las redes sociales se enfoca en la vida privada y la autoexposición. Esta obsesión por lo privado puede limitar la participación en la vida democrática y poner en peligro la democracia tal como la conocemos.

La robotización del mundo y la inteligencia artificial ofrecen oportunidades y desafíos significativos para la humanidad. Boaventura de Sousa Santos nos insta a considerar las desigualdades que estas tecnologías pueden acentuar y a abordar las cuestiones éticas que plantean. La virtualización del mundo también debe ser manejada con precaución para no socavar la co-presencia humana y la democracia. La reflexión y la acción son esenciales para garantizar que esta cuarta revolución industrial beneficie a toda la humanidad.