Interior de un avión | Jeffry Surianto

Algo que no todos los pasajeros de avión saben es que no solamente los humanos pueden disfrutar de un asiento de primera clase en su vuelo. La pareja conformada por Gill y Warren Press tampoco lo sabía cuando compraron un codiciado pasaje con la aerolínea Singpore Airlines desde París con destino a Singapur.

Al principio todo iba bien, hasta que cayeron en que uno de sus acompañantes de primera clase no era humano, y traía unos problemas incontrolables: era un perro con flatulencias. Aquí empezó a bajar el confort de su travesía, que en ningún momento repuntó, pues todo iba a peor cuando el canino resoplaba como si le costara respirar al hacer deporte, según declaró la afectada.

Llegó un momento en el que se hizo tan insoportable el viaje que los Press solicitaron un cambio de asiento a la clase turista. Tras uun tiempo de negociación con la aerolínea consiguieron que les indemnizaran con 1.400 dólares, unos 1.300 euros. Un dinero, que según el portal TMZ, la pareja va a donar a una organización de perros guía en Nueva Zelanda.