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A pesar de tener solo 28 años, Zoraya ter Beek ha tomado la decisión de someterse a la eutanasia el próximo mes. Esta joven holandesa ha solicitado esta opción, a pesar de no sufrir ninguna enfermedad física, después de que los médicos le informaran que ya no podían ofrecerle más ayuda para aliviar su profunda depresión, que ha sido una constante en su vida.

La lucha contra este trastorno mental ha impedido que Zoraya, residente en una pequeña localidad cerca de la frontera con Alemania, pueda perseguir su sueño de convertirse en psiquiatra. Su depresión, junto con el autismo y un trastorno límite de la personalidad, han sido barreras para iniciar sus estudios después de completar la escuela secundaria.

A pesar de haber sobrellevado la enfermedad hasta casi los treinta años y tener una pareja - un programador de 40 años - así como una casa propia en la que vive con dos gatos, Zoraya sintió que llegó al punto de no retorno después de una consulta con su psiquiatra, quien le hizo el siguiente comentario: «No hay nada más que podamos hacer por ti. Nunca mejorarás». Ella reconoció que siempre tuvo claro que si algún día le decían que no había esperanza para su diagnóstico «no podría seguir con esto».

La historia de Zoraya ha generado debate en Países Bajos sobre la calidad de vida, la autonomía personal y los límites de la medicina en el tratamiento de trastornos psiquiátricos profundos. Mientras algunos defienden su derecho a elegir sobre su propio sufrimiento y destino, otros expresan preocupación por lo que consideran un posible abandono terapéutico y las implicaciones de la legislación sobre la eutanasia.

La joven, tras hacer pública su decisión, ha borrado su cuenta de X y ha puesto su perfil privado en Instagram por la avalancha de comentarios que estaba recibiendo.

«Odio que la gente me desee un buen viaje»

La joven decidió que le administrarán la eutanasia «sin música», según ha explicado con naturalidad en un vídeo que ha compartido la agencia estadounidense 'The Free Press'. «Me sentaré en el sofá de la sala de estar. Los médicos se tomarán su tiempo. No es que entren y digan: ¡acuéstate, por favor!», afirmó. Luego detalló que le preguntarán si está lista. Será en ese momento cuando se acueste en el sofá y se iniciará el procedimiento. «Me desearán un buen viaje. O, en mi caso, una buena siesta, porque odio que la gente diga 'buen viaje'. No voy a ninguna parte».

Zoraya explicó también que siente una «liberación» al pensar en el final. Y lo cuenta poniendo como ejemplo el tatuaje que tiene en su brazo, un árbol de la vida, pero al revés. «Representa el crecimiento y los nuevos comienzos, pero mi árbol es todo lo contrario. Está perdiendo las hojas, se está muriendo. Y una vez que el árbol murió, el pájaro salió volando. No lo veo como si mi alma se fuera, sino más bien como si yo fuera liberada de la vida», sentenció