Los ejercicios clave para ejercitar la memoria y no perderla | Imagen de Mohamed Hassan en Pixabay

El uso permanente de la tecnología está afectando la capacidad de retención. De hecho, un estudio de la Universidad de Noethwestern, Illinois, Estados Unidos, concluye que el cociente intelecutal de las futuras generaciones irá decreciendo por este motivo, ya que «no necesitamos» la memoria tanto como antes.

Patricia Román psicóloga, profesora en la Universidad Loyola, y especialista en Psicología Experimental y Neurociencia del Comportamiento, defiende en COPE que «al principio tenemos que entender que tenemos más de un tipo de memoria y en función de eso hay unas regiones que se encargan más o menos. Tenemos que considerar que nuestra memoria puede almacenar de otra manera, temporalmente la información y trabajar con ella sin necesidad de almacenarla a largo plazo, una función que nos permite comprender las frases y conectarla con información que tenemos almacenada a largo plazo, como el significado de las palabras".

Por otro lado, Román sugiere que uno de los ejercicios básicos es llegar a casa y apagar la tecnología, prestando atención a lo que nos cuentan otras personas.

"Todos podemos decir que alguien nos ha hablado, hemos contestado, y no hemos prestado atención, y no sabemos decir qué nos habían contado o de qué nos hablaban. El repaso para consolidar esa información, volver a casa e intentar imaginar y recordar lo que hemos hecho durante el día, fortalece la función de recuperación los recuerdos, haciéndolos más activos. Cualquier actividad sencilla en la que tratemos de invertir el mínimo esfuerzo de recuperarla es positivo para mantener activos los recuerdos" sentenciaba.

"Hay mucha información que tenemos disponible a la que no podemos acceder, podríamos entrenar cada una de esas cosas por separado, con cosas básicas como prestar más atención a las cosas a las que estamos trabajando. Eso favorece a que esa información llegue a la memoria a largo plazo" defiende.

Además, podemos poner en práctica 'Los tres grandes', como se conoce en neurología a estos hábitos que detallaremos a continuación. Dieta, ejercicio físico y estilo de vida saludable, ya que todos ellos influyen, de manera notable, en la memoria, según se ha demostrado científicamente.

Una dieta sea sana, rica en nutrientes, sin excesos de azúcar o de grasas, puede reducir el declive cognitivo que todos sufrimos con la edad. Es decir, una buena alimentación, ayuda a que el cerebro cumpla años más lentamente.

Por otro lado, está demostrado que practicar ejercicio de manera regular ayuda a mitigar la pérdida de memoria que se sufre con la edad, ya que aumenta el hipocampo, implicado en la memoria a largo plazo.

Además, la falta de sueño deriva en problemas en la conectividad de nuestras neuronas, mientras que sustancias como el alcohol o el tabaco tienen un impacto directo en nuestro cerebro, acelerando su envejecimiento de manera notable.