Siempre debemos probar en una zona discreta para comprobar que no dañamos la superficie. | Freepik

Las paredes de nuestro hogar son testigos silenciosos de nuestra vida cotidiana, y con ello, a menudo se convierten en lienzos de manchas accidentales. Afortunadamente, existen técnicas efectivas, sencillas, accesibles y sin esfuerzo para devolverles su esplendor original.

1. Grasa y suciedad: Para las manchas de este tipo, una mezcla de bicarbonato de sodio y agua tibia puede ser tu mejor aliada. Aplícala suavemente sobre ella y limpia los residuos con un paño de microfibra. Evita utilizar trapos que suelten pelusa, ya que podrían transferir su color a la pared.

2. Líquidos y café: En el caso de salpicaduras de este tipo y otros líquidos, la combinación de jabón líquido, agua tibia y un poco de vinagre blanco de limpieza resulta ser una solución ideal. Utiliza un cepillo de cerdas suaves para frotar la mancha, luego enjuaga con agua y seca con un paño.

3. Lápiz y bolígrafo: Para manchas de lápiz, una goma de borrar puede funcionar eficientemente, centrándote solo en la zona afectada. Si no logras eliminarla, intenta con un borrador mágico o un paño humedecido con bicarbonato de sodio o pasta de dientes.

Trucos para tipos específicos de paredes

Con azulejos: Estos requieren un cuidado especial. Utiliza agua de patatas cocidas para desengrasar y limpiar los azulejos, o bien, una mezcla de agua y vinagre de vino. Si prefieres evitar este último, unas gotas de amoniaco también pueden ser efectivas, aunque con mayor precaución debido a su naturaleza corrosiva

Papel pintado: Dependiendo del tipo, puedes mezclar agua tibia, detergente suave y vinagre (o bicarbonato para papeles claros) para limpiar las manchas. Para las manchas de grasa, aplica talco antes de remover la mancha. En caso de que sean de rotulador, utiliza alcohol de 90º.

Vinilos: Las paredes con vinilos se limpian fácilmente con un paño húmedo. Usa agua tibia con un poco de detergente y frota suavemente, evitando despegar el vinilo.

Consejos generales

Antes de aplicar cualquier solución, realiza una prueba en un área pequeña y menos visible para asegurarte de que no dañará la pintura o el material de tu pared. Evita productos de limpieza fuertes como la lejía o el amoniaco en pinturas delicadas. Las pinturas brillantes o semibrillantes suelen ser más resistentes y pueden soportar desengrasantes suaves, mientras que las pinturas mate o de cáscara de huevo requieren un cuidado más delicado.

Aunque en un principio puede parecernos complicado, limpiar manchas de las paredes no tiene por qué ser una tarea desalentadora. Con los métodos correctos y un poco de paciencia, puedes mantenerlas como el día en que fueron pintadas. Y recuerda, si una mancha se resiste a todos los métodos, quizás sea el momento de considerar una mano de pintura fresca.