Hace unos días publicábamos y recordábamos la situación que se vivió en Sant Joan en 1987. Tras las elecciones municipales de aquel año, las dos fuerzas que habían conseguido menos votos alcanzaron un acuerdo de gobierno. Dicho pacto consistía en repartirse la alcaldía. Así, uno de los candidatos gobernó dos años y su socio de gobierno, lo que restaba de legislatura. A este acuerdo se le llamó ‘pacto a la israelita’. En Mallorca, con 52 municipios, es frecuente que a mitad de legislatura o en el último año se produzcan cambios en las alcaldías.

Repetir la experiencia. El ‘pacto a la israelita’ viene a colación ahora por la situación que se ha producido tras las últimas elecciones. El PSOE tiene posibilidades reales de gobierno, sobre todo en Vila y el Consell d’Eivissa, pero se están produciendo las primeras fricciones. En Vila, concretamente, el líder de Guanyem, Joan Ribas, ha realizado algunas manifestaciones que han provocado malestar en las filas socialistas. De hecho, Rafel Ruiz, el alcaldable del PSOE, ya ha dejado claro que no piensa gobernar a cualquier precio y reconoció públicamente su malestar por la actitud de su posible socio de gobierno. De cara al pacto del Consell no ha habido tantos problemas, pero Podemos prefiere apoyar al gobierno desde fuera, sin entrar en el ejecutivo. Por el contrario, el PSOE quiere socios más estables. No será nada fácil tampoco alcanzar un acuerdo.

La estabilidad, prioritaria. Los ciudadanos merecen instituciones estables que generen confianza, que solventen sus problemas, y no instituciones donde reine el caos por los problemas internos. Por ello no hay que descartar, y de hecho algunos dirigentes socialistas y del PP ya han barajado el posible ‘pacto israelita’, un acuerdo que permita que no haya ganadores ni vencidos, pero que genere estabilidad de cara a una legislatura en la que hay que fortalecer la mejoría de la economía pitiusa, y donde quedan pendientes infraestructuras muy importantes para el desarrollo de la sociedad de la isla. Aún queda tiempo para formalizar pactos, pero existe una segunda vía que no hay que descartar.