El Rey recibió ayer en el Palau de Marivent a los máximos responsables de las principales instituciones de Balears, una primera toma de contactos con los nuevos dirigentes tras las pasadas elecciones locales y autonómicas. Los encuentros habían despertado la lógica expectación teniendo en cuenta el confesado republicanismo de muchos de ellos, aunque hay que celebrar que todos se han ajustado al indispensable respeto en el que deben mantenerse las relaciones con el jefe del Estado. En este línea hay que señalar la advertencia de la presidenta Armengol, que destacó que ya ha tenido ocasión de despachar en dos ocasiones con Felipe VI –en Madrid y Palma, respectivamente– mientras que todavía no ha tenido ocasión de hacerlo ni en un sola ocasión con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desde que accedió al cargo.

Diálogo directo. La posibilidad de mantener un diálogo directo con el Rey es una posibilidad que no pueden desaprovechar los dirigentes de Balears, al margen del mero contacto protocolario, estas audiencias son una ocasión inmejorable para transmitir a la más alta instancia del Estado los principales problemas que afectan a las Islas y buscar, en la medida de lo posible, su cooperación para encontrar soluciones. Es por ello que el silencio del Gobierno enfatiza la trascendencia de las audiencias de ayer en Marivent.

Disposición al acuerdo. Aunque no deja de tener una trascendencia anecdótica, la disposición del Rey a lograr un acuerdo que facilita la apertura al público de los jardines de Marivent es una prueba más del nuevo talante que se quiere transmitir desde la Casa Real. Todas las autoridades de las Islas reconocieron ayer, sin ambigüedades, el enorme valor que supone para Mallorca la presencia, cada año, de la Familia Real. Por ello es razonable establecer líneas de comunicación fluidas y permanentes entre la Administración balear y la Casa Real para lograr una convivencia sin ridículas estridencias y de la que se beneficien ambas partes.