Este diario ya lo avanzaba el miércoles. La empresa concesionaria del hospital Can Misses había tenido que cerrar la lavandería al encontrar un microbio no patológico que, por precaución, obligaba a clausurar provisionalmente el servicio. Ese mismo día, la junta de personal del hospital ibicenco denunciaba algunas irregularidades que obligan a la dirección del hospital a actuar con contundencia. Los sindicatos denunciaban el mal estado de la cocina, con poco personal, una comida poco digna para los enfermos, y unos utensilios desfasados. Para hacerse una idea, los trabajadores tenían que limpiar algunas ollas en la calle. Tampoco hay agua caliente en la cocina. Un desastre.

Denuncias. El relato que hicieron los sindicatos sobre Can Misses parecía más propio de una película de terror que de un hospital que se supone que está a la altura de las circunstancias y de la calidad asistencial que merecen los pacientes pitiusos. Decían los sindicatos que se habían tenido que retirar menús porque eran «incomestibles», con especial riesgo cuando se cocinaba arroz y pescado. Lo más preocupante, sin embargo, es que la dirección de Can Misses ha detectado estas deficiencias. Es decir, que la relato de los hechos que denunciaban los sindicatos son totalmente veraces. Josep Balanzat explicaba que tanto los servicios de cocina como el de lavandería presentan «una calidad deficiente». Así de claro y rotundo se manifestaba Balanzat.

Actuación. Ya se sabe que las administraciones tienen sus tiempos, que la burocracia en ocasiones demora las decisiones, pero la dirección del Ibsalut no puede mantener esta situación por más tiempo. Tiene que obligar a la concesionaria a cumplir con un nivel mínimo de calidad, ni más ni menos que el que se merecen los ciudadanos de estas Islas. Si no lo hace, la responsabilidad será del Ibsalut. Da igual quien gobierne. Lo que denunciaban los sindicatos sobre la cocina y la lavandería no puede seguir ni un día más. Hay que actuar con contundencia.