Un reducido grupo activistas del Grup d’Ornitologi Balear (GOB) protagonizó ayer una acción de protesta contra la campaña de la Conselleria de Turisme, anunciada días atrás por el conseller Barceló junto con dirigentes de las organizaciones sindicales y empresariales, con el lema Benvingut turisme sostenible. La iniciativa del Govern, apenas testimonial teniendo en cuenta la dotación económica prevista, pretende contrarrestar la animadversión de algunos sectores de la sociedad balear ante la presencia masiva de turistas durante esta temporada alta. De inmediato, la organización ecologista ha improvisado una contracampaña arremetiendo contra los dirigentes de Turisme –a pesar de la clara afinidad ideológica– y defender la necesidad de reducir la presencia de visitantes en las Islas, tesis que no comparten la mayoría de los agentes sociales y formaciones políticas de las Islas.

Peligrosa irresponsabilidad. Los términos en los que el GOB defiende sus tesis –la necesidad de limitar el número de turistas para preservar los recursos medioambientales de las Islas– merecen ser tenidos en cuenta y evaluados, pero esta emblemática organización se equivoca en los modos. Es un error grave alimentar un clima de hostilidad contra el sector turístico, principal sostén económico de Balears desde hace décadas. Hay en el seno de la sociedad balear un evidente consenso en controlar y delimitar la actividad turística, sería suicida un planteamiento de crecimiento sin límites. Pero es igualmente irresponsable pretender actuar, como quiere el GOB, en función de unas variables tan coyunturales como las actuales.

Abrir el debate. Nadie puede cuestionar la innegable contribución del GOB en el control de numerosos desmanes urbanísticos en Balears sobre los que ha forjado un más que merecido prestigio social, el cual no puede quedar en entredicho con posiciones radicales –no se sabe si compartidas por su cúpula dirigente– que pueden acabar poniendo en peligro la principal industria de las Islas y el bienestar de miles de familias.