Las elecciones en Galicia y el País Vasco no han servido para aclarar el panorama en una España sin Gobierno. Todo apunta a terceras elecciones generales. En Galicia el PP conserva la mayoría absoluta, mientras que el PSOE ha sido zarandeado por las Mareas. En el País Vasco el PNV se mantiene con solvencia como primera fuerza y le basta el apoyo de socialistas o ‘populares’ para seguir gobernando, aunque los primeros han sufrido una sangría de votos, que se han pasado a Podemos. Por su parte, el PP de Alfonso Alonso retrocede un escaño pero puede ser decisivo. En suma, las correlaciones de fuerzas gallega y vasca se mantienen en esencia. La gente ha votado mucho más en clave interna de su autonomía que mirando al enrevesado pleito de Madrid.

Sánchez se queda sin fuelle. España ha vivido un impasse de varias semanas desde el rechazo a la investidura de Rajoy hasta la celebración de los comicios gallego y vasco. Este paréntesis concluye hoy. La intención de Sánchez era lograr un pacto con Podemos, con la antigua Convergència y con el PNV para salir investido. Pero ayer perdió muchos votos y eso debilita claramente sus intenciones ante sus barones críticos. Ha salido reforzada la negativa cerrada en forma de líneas rojas a este experimento. El PSOE ha perdido 7 escaños en el País Vasco y 4 en Galicia. Eso dará argumentos a Susana Díaz para obligar a Sánchez a que deje gobernar a Rajoy. Pero Sánchez no puede aceptar. Le va su propia cabeza en el envite.

La solución al embrollo. Con Sánchez vetado para articular un pacto de izquierdas con nacionalistas, pero a su vez obsesionado en negar a Rajoy, el laberinto conduce de manera inapelable a las terceras elecciones, probablemente el 18 de diciembre. Es una posibilidad que no rechaza Rajoy de puertas adentro porque sólo está a seis escaños de formar Gobierno con Ciudadanos, sin depender del PSOE. Galicia y Euskadi han votado sin despejar la borrasca de la incertidumbre. El embrollo a nivel de Estado exige el concurso de nuevo de las urnas.