El PSOE ya habla sin tapujos de abstenerse en la investidura de Rajoy con el objetivo de no repetir elecciones. El presidente de la gestora de los socialistas, Javier Fernández, ha decidido hablar claro y definir con mucho pragmatismo cuál es la situación del PSOE en caso de que se repitan elecciones. Fernández ha reconocido que si hay nuevos comicios el PP seguirá ganando diputados. Las encuestas publicadas estos días también dan a los populares más escaños y dibujan un descalabro electoral para los socialistas. Es una situación lógica ante el esperpento que se ha vivido en estos últimos días en las filas del PSOE. Sin duda, el panorama político se va despejando y hay tiempo suficiente para pactar una abstención, pero no saldrá nada barata al PSOE.

Situación límite. El PSOE se encuentra en un callejón sin salida, una encrucijada política en la que tiene poco margen de maniobra, una herencia envenenada de la etapa negra de un Sánchez partidario del no a Rajoy. Los nuevos dirigentes socialistas también tienen claro, excepto Armengol, que un gobierno alternativo de izquierdas está descartado. El PSOE no se imagina gobernando con Podemos y nacionalistas vascos y catalanes. Sin embargo, sorprende que incluso el martes, en el Parlament, la presidenta del Govern balear aún defendiese esta opción. Da la sensación de que Armengol piensa mucho más en sus intereses políticos que en una configuración racional del futuro gobierno español.

Contrapartidas. El PP, lógicamente, se ha dado cuenta de la debilidad del PSOE. Los populares saldrían beneficiados de unas nuevas elecciones y quieren jugar sus cartas. Por eso no aceptarán simplemente una abstención sino que también reclaman un compromiso del PSOE en cuestiones urgentes como la aprobación de los presupuestos. Sin duda, la situación del PSOE se va complicando, pero al menos ahora ya hablan sin tabúes de abstenerse en la investidura de Rajoy. Aún tienen semanas para decidirse. Y convendría hacerlo lo antes posible porque hay muchas cosas en juego y España ya empieza a dar síntomas de parálisis política por culpa de unos dirigentes que en muchos momentos no han dado la talla.