El hecho de que los bancos que operan en Balears estén restringiendo al máximo la concesión de créditos no es fruto de que se reproduzcan las causas de la crisis económica ya superada, sino de que la experiencia acumulada por los profesionales del crédito aconseja, desde una perspectiva táctica, evitar los errores del pasado.

Pasarán varias generaciones antes de que se olvide la lección de la gran depresión iniciada hace una década porque estuvo ligada al crédito, muchas veces concedido de manera irresponsable.

Controles más firmes

Esta vez el Banco de España se está mostrando más diligente que en 2008, año en que se dejó sorprender por una crisis cuyo calado era mucho más hondo e hiriente de lo que trataba de hacer ver el Gobierno de entonces, presidido por Zapatero. Esta vez el Banco de España extrema los controles para evitar un alza de impagados a causa de los bajos tipos de interés. Hace una década esta acción preventiva no se produjo a tiempo.

Y fue letal para muchas cajas de ahorro y empresas, perdiéndose una cantidad ingente de empleos. Los desahucios al no poder hacer frente a los créditos se convirtieron en el orden del día en un país cada vez más traumatizado. A su vez, el sector de la construcción de hundió como un castillo de naipes. Fue terrible.

Crecer con solidez

Recuperada la senda del crecimiento, aunque no sea tan espectacular como en los años más disparatados del ‘boom’, la experiencia reclama actuar ahora con tacto y profesionalidad. Hay que crecer sin calentones que acaban por distorsionar el mercado. Y reaccionar con prudencia ante el menor síntoma de que puedan reproducirse de manera significativa los impagados porque los ciudadanos vuelven a endeudarse por encima de sus posibilidades.

Es cierto que a menor inversión habrá menos consumo. Pero esta ralentización podrá servir pronto de trampolín. Ahora la economía avanza con red de protección bajo sus pies. Eso es lo más importante.